Historia


El 31 de julio de 1953, Fidel Castro desciende de las estribaciones de la cordillera de la Gran Piedra junto a 7 jóvenes, debido a que 5 de ellos, Juan Almeida Bosque, Armando Mestre, Francisco González Hernández, Eduardo Montano Benítez y Mario Chanes de Armas; se encontraban físicamente deteriorados. En su descenso divisan un vara en tierra ubicado en la Finca Mamprivá, en el cual se encontraba un campesino llamado Luis Piña, quien les brinda alimentación, algo típico en los pobladores de las zonas rurales. Este fue el puente para que Fidel pudiera contactar con el campesino Juan Leizán, y este último, con el Arzobispo Pérez Serantes, quien sería el intermediario entre los 5 jóvenes y los esbirros batistianos con la finalidad que, a la hora de su entrega, los militares no los asesinaran. En un testimonio de Fidel Castro, extraído del libro: Fidel y la religión, se expresa lo antes expuesto:

“Nosotros discutimos con un civil, que fue el que tramitó el encuentro entre ese grupo y el arzobispo: nos aproximamos a una casa y hablamos con lo de esa casa. Entonces nos separamos del grupo de 6 o 7 compañeros a los cuales iba a recoger el arzobispo al amanecer y nosotros nos retiramos como a dos km más o menos del lugar, los dos compañeros y yo…”

Después que Fidel tramita como iba a ejecutarse la entrega de los 5 jóvenes, con el objetivo de preservar sus vidas, decide trasladarse nuevamente junto a los dos jefes, José Suarez y Oscar Alcalde Vall, hacia el vara en tierra, con la finalidad de descansar, para luego en la madrugada, cruzar hacia la carretera que los trasladarían a la Bahía de Santiago de Cuba y luego internarse hacia la Sierra Maestra. En ese instante cometen un gran error, que era el de guarecerse en ese sitio, porque tácticamente cuando a una persona la están persiguiendo no debe acampar en un inmueble porque es el primer sitio en el cual pueden revisar, como así sucedió.

“Es indiscutible que el ejército se da cuenta, tal vez interceptando las comunicaciones. Al parecer intercepta una comunicación telefónica de aquella familia con el arzobispo, y muy temprano, antes del amanecer envía patrullas por toda esa zona, en las proximidades de la carretera”.

Al amanecer, Fidel Castro, Oscar Alcalde y José Suarez, fueron capturados por los militares batistianos, liderados por el teniente Pedro Manuel Sarría Tartabull. En testimonio de Fidel expresa:

"Ocurre entonces una casualidad increíble. Había un teniente negro, llamado Sarría. Se ve un hombre que tiene cierta energía y que no es un asesino. Los soldados querían matarnos, estaban excitados buscando el menor pretexto, tenían los fusiles montados con las balas en el directo, nos amarraron. Inicialmente nos preguntan la identificación; no nos identificamos, dimos otro nombre; indiscutiblemente los soldados no me conocen en el acto, no me conocieron."

Aunque los soldados en ese instante no tienen la mínima idea de que era Fidel Castro, el Teniente se lo imaginaba, aunque tenía dudas, debido a que el oficial lo había visto en manifestaciones en la Habana; sin embargo, se veía más amulatado y con el pelo encrespado por el sol y las vicisitudes de la travesía a lo largo de 6 días por ese macizo montañoso de la Gran Piedra. No obstante, los soldados estaban encolerizados por un intercambio de palabras que sostienen con el líder del movimiento y por las campañas de desprestigio que había creado Batista en contra de los asaltantes.

"Nosotros nos dábamos realmente ya por muertos, desde luego; yo no consideraba la más remota posibilidad de sobrevivir. Entabló la polémica con ellos. Entonces, el teniente interviene y dice: “No disparen, no disparen”, presiona a los soldados, y mientras decía esto en voz más baja repetía “No disparen, las ideas no se matan, las ideas no se matan”. Fíjate que cosas dice aquel hombre. Como tres veces dice: “Las ideas no se matan”."

Fue esa la primera acción que tuvo este militar para salvarle la vida a Fidel y a los jóvenes. Hay otro momento importante, donde se muestra que fue la segunda vez en la que se interpone entre la vida y la muerte de estos jóvenes el oficial de academia, mostrando una actitud de honradez y de apego a la constitución, y es cuando Fidel se acerca y le dice: “He visto el comportamiento suyo y no lo quiero engañar, yo soy Fidel Castro. Me dice él: “No se lo diga a nadie, no se lo diga a nadie”. Él mismo me aconseja que no se lo diga a nadie. Esta postura del militar fue un acto no menos valeroso que el anterior. Fulgencio Batista había dado una misión clara que era el de asesinar a Fidel en caso de que lo capturaran. ¿Por qué el dictador adopta esta actitud? Simple y llanamente porque los militares habían dado la noticia de que Fidel había muerto en la acción del Moncada. Con el fin de condicionar al pueblo, daba una ventaja a Batista de capturar y asesinar a Fidel y nadie se daría cuenta.

"Avanzamos unos metros más, se producen unos disparos a 700 u 800 metros de allí, y se despliegan los soldados, estaban muy nerviosos, se tienden sobre el campo. Cuando yo veo que ellos se despliegan, creo que todo es un pretexto de los soldados para dispararnos y me quedo de pie; todo el mundo se desplegó y yo me quedo parado. Se acerca otra vez el teniente a mí y le digo: “No me acuesto, si quieren disparar tienen que matarnos aquí de pie”. Entonces dice el teniente: “Ustedes son muy valientes, muchachos, ustedes son muy valientes”. Fíjate que cosa, observa tú; yo pienso que eso debe haber sido una posibilidad en mil. Pero no por eso estábamos salvados, no; no por eso teníamos garantía alguna de sobrevivir. Todavía nos salvó una vez más el teniente."

Es necesario destacar que el tiroteo que se había escuchado, era en el momento que los soldados habían detenido al grupo de 5 jóvenes que se encontraban por la cañada, cerca de la casa de Manuel Leizán, a la espera del arzobispo. Estos jóvenes junto a los tres que habían sido apresados en el vara en tierra, fueron montados en el camión del campesino antes mencionado con el objetivo de trasladarlos hacia Santiago de Cuba. En el caso de Fidel, el teniente decide colocarlo en la cabina entre el chofer Juan Leizán, hijo del campesino y él, con el propósito de cuidar al líder del movimiento martiano. En su traslado hacia la ciudad indómita, en un poblado llamado La Redonda, detiene la caravana un militar de mayor jerarquía, el Comandante Pérez Chaumont, considerado un gran sanguinario. Le exige que les entregue a los detenidos, entre ellos Fidel, y él siendo un teniente se le insubordina y rehúsa. Al percibir Chaumont que Sarria no iba a claudicar, le da otra misión, trasladarlos hacia el cuartel Moncada, orden que no ejecutó. Desde mi punto de vista pienso que en este pasaje le salva en una tercera ocasión la vida al magnánimo líder. En el libro Fidel y la religión el guía del movimiento Generación del Centenario hace referencia a parte de este episodio:

"Más adelante aparece un comandante que se llamaba Pérez Chaumont [...]. Se topa con el carro, lo para y le da la orden al teniente de llevarnos para el cuartel. El teniente discute con él y no nos lleva para el cuartel, sino que nos lleva al Vivac de Santiago de Cuba a disposición de la justicia civil; desobedece la orden del comandante. Claro que, si llegamos al cuartel, habrían hecho picadillo de todos nosotros. Entonces ya la población de la ciudad de Santiago de Cuba se entera que hemos sido hechos prisioneros y de que estamos allí. Ya lo sabe toda la ciudad y lo que se produce es una gran presión para salvarnos la vida."

Esta fue una maniobra muy inteligente de parte del teniente. Él decide trasladar a Fidel y a los 7 jóvenes al Vivac, pero por la zona periférica de la ciudad. Con el fin de que no fuera interceptada la caravana por militares sedientos de sangre. Su prioridad desde un principio era la Prisión Provisional porque al llegar Fidel, rápidamente él tenía derecho a un abogado y a su vez, Sarría sabía que Fidel tenía a su favor que en la entrada a la Prisión estaban ubicados periodistas y rápidamente la opinión pública se enteraría de que Fidel estaba vivo y ya no lo podían asesinar. En este último pasaje se muestra la cuarta ocasión en el cual este militar de honor, le salvó la vida a quien sería años más tarde el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana.