Vara en Tierra
Réplica del Vara en Tierra. En este sitio fue capturado Fidel Castro, José Suarez, y Oscar Alcalde; el 1 de agosto de 1953, por el Segundo Teniente, Pedro Manuel Sarria Tartabull, militar de honor que les salvó la vida en cuatro ocasiones a Fidel y algunos jóvenes asaltantes al Cuartel Moncada.
Historia
El 31 de julio de 1953, Fidel Castro desciende de las estribaciones de la cordillera de la Gran Piedra junto a 7 jóvenes, debido a que 5 de ellos, Juan Almeida Bosque, Armando Mestre, Francisco González Hernández, Eduardo Montano Benítez y Mario Chanes de Armas; se encontraban físicamente deteriorados.
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Testimonios
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FIDEL CASTRO RUZ
Comandante
Sistemáticamente asesinaban a los Prisioneros. A algunos los llevaban, les hacían algún interrogatorio, los torturaban atrozmente y después los mataban. En esas circunstancias. habiéndose producido una gran reacción de la opinión pública, como te decía, el Arzobispo de Santiago de Cuba, como autoridad eclesiástica...
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PEDRO SARRÍA TARTABULL
Teniente
Amanece y ya tenemos tres o cuatro kilómetros de camino; hay claridad y ordeno pasar. Saco mis prismáticos y a lo lejos veo una casita y le pregunto a Camagüey: ¿Oué cosa es aquello? Me dice: Teniente, eso es para cuando se extravían los animales o estamos montando cercas y llueve mucho guarecernos ahí...
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Biografía de los 8 asaltantes capturados junto a Fidel
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Vara en Tierra
Se trata de una especie de habitación más reducida provisional e improvisada que si bien en antaño se utilizaba por los campesinos para preservarse de la intemperie del tiempo o habitar transitoriamente, luego se convirtió en una construcción permanente que servía a los rurales cubanos para protegerse de los diferentes cambios climáticos.
En tiempos normales se utiliza para guardar ásperos de labranza, materiales y hasta las cosechas.
Construcción rústica de yagua o guano, generalmente se utiliza para guardar materiales y guarecerse de las inclemencias del tiempo y los ciclones. En tiempos antiguos se le llamó Bahío o Bohío, o también Rancho de Vara en Tierra.
Testimonio de Fidel Castro Ruz
Sistemáticamente asesinaban a los prisioneros. A algunos los llevaban, les hacían algún interrogatorio, los torturaban atrozmente y después los mataban. En esas circunstancias, habiéndose producido una gran reacción de la opinión pública, como te decía, el Arzobispo de Santiago de Cuba, como autoridad eclesiástica, se interesa y empieza a actuar junto con otras personalidades de esa ciudad, de las cuales la más destacada era él, para salvar la vida de los sobrevivientes. Y, efectivamente, algunos sobrevivientes fueron salvados por las gestiones que hicieron el Arzobispo y ese grupo de personalidades, ayudados por el hecho de una atmósfera de enorme indignación en la población de Santiago de Cuba. Ante la nueva situación se decide que un grupo de compañeros de los que estaban conmigo, que estaban en las peores condiciones físicas, se presenten a las autoridades a través del Arzobispo. Era un grupo de seis o siete compañeros, habría que precisar. Yo me quedo con dos jefes más. Es el pequeño grupo con el que nos proponemos atravesar la bahía para llegar a la Sierra Maestra y organizar de nuevo la lucha. El resto estaba sumamente agotado y había que buscar la forma de preservarles la vida.
Nosotros discutimos con un civil, que fue el que tramitó un encuentro entre ese grupo y el Arzobispo; nos aproximamos a una casa y hablamos con los de esa casa. Entonces nos separamos del grupo de los seis o siete compañeros, a los cuales iba a recoger el Arzobispo al amanecer, y nosotros nos retiramos como a dos kilómetros más o menos del lugar, los dos compañeros y yo, pensamos cruzar de noche la carretera hacia la bahía de Santiago de Cuba.
Es indiscutible que el ejército se da cuenta, tal vez interceptando las comunicaciones. Al parecer intercepta una comunicación telefónica de aquella familia con el Arzobispo, y muy temprano, antes del amanecer, envía patrullas por toda aquella zona en las proximidades de la carretera.
Nosotros, que estamos a dos kilómetros, cometimos un error que no habíamos cometido en todos esos días que llevábamos ahí. Como estábamos también un poco cansados, pues teníamos que dormir en las laderas de las montañas en las peores condiciones, no teníamos frazadas, no teníamos nada y nos encontramos allí aquella noche un pequeño bohío, pequeñito, tendría cuatro metros de largo por tres de ancho, lo que aquí llamaban una vara en tierra, más bien algo donde se guardan cosas. Para protegernos un poco de la neblina, de la humedad y del frío, decidimos quedarnos hasta el amanecer, y antes de que despertáramos, llegó una patrulla de soldados, penetra en el bohío y nos despierta con los fusiles sobre el pecho: lógicamente, lo más desagradable que se pueda concebir, que el enemigo te despierte con los fusiles así, resultado de un error que no debimos haber cometido nunca.
Frei Betto: ¿No había ninguno de vigilancia allí?
Fidel Castro: No, nadie de vigilancia, los tres durmiendo, ¿comprendes? Un poco confiados, ya llevábamos una semana y los individuos no daban con nosotros, no podían; por mucho que rastreaban y buscaban, nosotros los habíamos burlado. Subestimamos al enemigo, cometimos un error y caímos en sus manos. No quiero pensar de ninguna manera que las personas con las que hicimos contacto nos hubieran delatado. No lo creo, sino lo que al parecer ocurre, indiscutiblemente, es que cometieron algunas indiscreciones como fue hablar por teléfono, lo que alertó al ejército y envió patrullas allí, gracias a lo cual nos capturan a nosotros.
De manera que caemos prisioneros del ejército. Estaban también aquellos individuos sedientos de sangre; sin duda nos habrían asesinado en el acto.
Ocurre entonces una casualidad increíble. Había un teniente negro, llamado Sarría. Se ve un hombre que tiene cierta energía, y que no es un asesino. Los soldados querían matarnos, estaban excitados, buscando el menor pretexto, tenían los fusiles montados con balas en el directo. Nos amarraron. Inicialmente ellos preguntan la identificación; no nos identificamos, dimos otro nombre; indiscutiblemente los soldados no me conocen en el acto, no me conocieron.
Frei Betto: ¿Usted era muy conocido ya en Cuba?
Fidel Castro: Relativamente conocido, pero esos soldados, por alguna razón, no me conocen. No obstante, nos quieren matar de todas formas: si nos hubiésemos identificado los disparos habrían sido simultáneos con la identificación. Entablamos una polémica con ellos porque nos dicen asesinos, dicen que habíamos ido allí a matar soldados, que ellos eran los continuadores del Ejército Libertador, y entramos nosotros en polémica; yo pierdo un poco la paciencia y entro en polémica con ellos, les digo que ellos son los continuadores del ejército español, que los verdaderos continuadores del Ejército Libertador éramos nosotros, y entonces ellos se ponen más furiosos todavía.
Nosotros nos dábamos realmente ya por muertos, desde luego, yo no consideraba la más remota posibilidad de sobrevivir. Entablo la polémica con ellos. Entonces, el teniente interviene y dice: "No disparen, no disparen", presiona a los soldados y mientras decía esto, en voz más baja repetía: "No disparen, las ideas no se matan, las ideas no se matan". Fíjate que cosas dice aquel hombre. Como tres veces dice: "Las ideas no se matan".
Hay uno de los dos compañeros que da la casualidad que era masón - se trata de Oscar Alcalde, está vivo, es Presidente del Banco de Ahorro, porque él era financista, el que manejaba los fondos del Movimiento - y se le ocurre por su cuenta decirle al teniente que era masón. Eso aumenta la posibilidad o le da mayor aliento al teniente, porque parecía que había muchos militares de estos que también eran masones; pero, de todas maneras, muy amarrados, nos levantan y nos van llevando. Cuando hemos caminado unos pasos, yo, que he visto la actitud de aquel hombre, del teniente, lo llamo y le digo: "He visto el comportamiento suyo y no lo quiero engañar, yo soy Fidel Castro". Me dice el: "No se lo diga a nadie, no lo diga a nadie".
Avanzamos unos metros más, se producen unos disparos a 700 u 800 metros de allí, y se despliegan los soldados, estaban muy nerviosos, se tienden sobre el campo.
Frei Betto: ¿Cuántos soldados eran más o menos?
Fidel Castro: La patrulla tendría como doce soldados.
Frei Betto: ¿El teniente tenía más o menos que edad?
Fidel Castro: Tendría 40 años, 42 años más o menos.
Cuando yo veo que ellos se despliegan, creo que todo es un pretexto de los soldados para dispararnos y me quedo de pie; todo el mundo se desplegó y yo me quedo parado. Se acerca otra vez el teniente a mí y le digo: "No me acuesto, si quieren disparar tienen que matarnos aquí de pie". Entonces dice el teniente: "Ustedes son muy valientes, muchachos, ustedes son muy valientes". Fíjate que cosa, observa tú; yo pienso que eso debe haber sido una posibilidad en mil. Pero no por eso estábamos salvados, no; no por eso teníamos garantía alguna de sobrevivir. Todavía nos salvó una vez más el teniente.
Frei Betto: ¿Una vez más?
Fidel Castro: Sí, una vez más nos salvó, porque antes de que llegara el Arzobispo, al otro grupo que estaba cerca de la carretera lo localizan y lo hacen prisionero. Eso era lo que había originado el tiroteo anterior a que hice referencia. Entonces ellos nos juntan allí; el teniente busca un camión y sube a los demás prisioneros arriba, y a mí me pone en el medio, entre el chofer y él, en la cabina.
Más adelante aparece un comandante que se llamaba Pérez Chaumont, era uno de los más asesinos y de los que más gentes había matado. Se topa con el carro, lo para y le da orden al teniente de llevarnos para el cuartel. El teniente discute con él y no nos lleva para el cuartel, sino que nos lleva al Vivac de Santiago de Cuba, a disposición de la justicia civil; desobedece la orden del comandante. Claro que, si llegamos al cuartel, habrían hecho picadillo de todos nosotros. Entonces, ya la población de la ciudad de Santiago de Cuba se entera de que hemos sido hechos prisioneros y de que estamos allí. Ya lo sabe toda la ciudad y lo que se produce es una gran presión para salvarnos la vida. Desde luego, va allí el jefe del regimiento para hacer un interrogatorio. Pero es muy importante ese momento, porque los propios soldados, los propios militares estaban impresionados de la acción, digamos que en ocasiones expresaban un cierto respeto, una cierta admiración, a lo que se sumaba la satisfacción de que el invencible ejército había rechazado el ataque y había capturado a los asaltantes. A esto se añadía otro elemento psicológico; la conciencia les estaba remordiendo ya, porque en esos momentos han matado de 70 a 80 prisioneros y la población lo sabía…
Testimonio de Pedro Manuel Sarría Tartabull
Amanece y ya tenemos tres o cuatro kilómetros de camino; hay claridad y ordeno pasar. Saco mis prismáticos y a lo lejos veo una casita y le pregunto a Camagüey: ¿Qué cosa es aquello? Me dice: Teniente, eso es para cuando se extravían los animales o estamos montando cercas y llueve mucho guarecernos ahí. Le pregunto si allí hay alguien viviendo y me responde que no. Me da un presentimiento y le grito a la tropa: ¡Hacia la casita, adelante! El cabo Suárez se acerca sigilosamente a la casita y me grita: ¡Teniente, hay hombres armados! Me apresuro, porque veía gesto de ambas partes, como si estuvieran discutiendo y desde la distancia empiezo a decir que no tiraran, que las ideas no se matan. En la casita hay tres muchachos muy fatigados y ocho fusiles. Mando a tomarles las generales y el primero responde:
Nombre: Francisco González Calderín
Edad: 26 años
Profesión: Estudiante
Vecino: Marianao, La Habana
Los otros dos se identifican como Oscar Alcalde y José Suárez. Sobre el primero de ellos yo no estaba muy conforme con sus declaraciones. Lo miraba y lo volvía a mirar. Algunos soldados están muy excitados, uno de ellos hace ademán de disparar y entonces es cuando insisto con mucha energía en que ellos son prisioneros, que no vayan a disparar y que las ideas no se matan. Eso contuvo los ánimos caldeados.
Le pregunto al tal Francisco que dónde están los otros y no me responde. Ordeno iniciar la marcha. Me sitúo cerca de él y de Alcalde, acompañado por dos soldados. Todos vamos en misión de avanzada para buscar al otro grupo de cinco. Cuando caminamos como cuatro kilómetros, ya cerca de la carretera, se escuchan unos disparos y le digo a los tres que se tiendan por si acaso disparan en nuestra dirección; pues, aunque el grupo no está armado con fusiles, pueden portar armas cortas. Les ordeno tenderse nuevamente y Francisco se niega a hacerlo; y me dice que si vamos a disparar que los matemos allí puestos de pie. Le respondo tajante: ¿Quién habla aquí de matar? y algo acalorado ordeno: iTenderse! iEstán bajo mis órdenes ahora! Cuando nos tendemos, Francisco me confiesa que no me quiere engañar, y me dice: ¡Yo soy Fidel Castro! Miré con preocupación a uno y otro lado a ver si algún soldado lo había escuchado y después de comprobar que no, le pedí insistentemente que no le dijera a nadie más su identidad. Efectivamente, yo tenía el presentimiento de que fuera él, pero después de tomar los nombres, se me quitó la idea, primero porque desde hacía tres días se le daba por muerto y porque al ponerle las manos en la cabeza encontré su pelo muy duro y la piel se le veía algo carbonizada por el sol. A Fidel lo conocí en la Universidad años atrás. Me acuerdo que vivía frente a donde yo paraba en el edificio del cuerpo de ingenieros, pues como militar, cuando iba a La Habana para economizar los hoteles y eso, paraba en un cuartel que estaba en la calle Tercera esquina a Dos, en el Vedado, que era donde estaba el Cuerpo de Ingenieros, y allí, mientras me examinaba, repasaba y estudiaba, quedaba en ese lugar de quince a veinte días. Fidel vivía frente por frente, en un apartamento.
Quiere decir que eso fue por el año 49 o 50; yo empezaba la carrera de Derecho y Fidel la terminaba. En realidad, me sentí emocionado por aquel gesto viril de Fidel y recuerdo que no pude otra cosa que admirar la valentía de él y sus compañeros, y le di mi palabra de que garantizaría sus vidas a cualquier precio. Continuamos la marcha, los soldados no escucharon sus palabras y él me dice: ¿Se lo va a decir a los soldados? Le respondo: No tengo que decírselo a nadie. soy el jefe, y conque lo sepa yo, basta. Los hombres están bajo mi mando y estas cosas son diferentes, así es que vamos hacia adelante. En eso capturan a los otros cinco, encabezados por Juan Almeida y Armando Mestre. De los otros tres ahora no recuerdo sus nombres.
Ordeno a mis hombres dirigirse para la casa de Sotelo y, cuando estamos llegando, mando a los prisioneros sentarse en un tronco de árbol y oriento a algunos de mis soldados que busquen un camión en la casa de Sotelo para llevar a los muchachos a Santiago de Cuba. Sotelo viene hasta el lugar y me dice que sus camiones estaban fuera de la zona, pero que su vecino, Manuel Leizán. sí tenía. Mando a casa de Leizán para que me trajeran un camión con su chofer, y éste me lo envía con su hijo al volante. Antes de montar a los muchachos les digo a mis soldados; para más seguridad vamos a llevarlos amarrados unos con otros. Ustedes van a ir en la cama del camión con estos siete y yo voy con este muchacho - sin decirles el nombre - en la cabina. Entonces puse a Fidel entre el chofer y yo, y antes de partir le pregunto a mis hombres: ¿Con qué me prometen ustedes, o qué garantía tengo de que en el camino no dejarán quitárselos? Ellos respondieron: iCon la vida, Teniente!
Esto es lo que yo necesito, me digo en la mente, porque presumía que, enterados como reguero de pólvora, vendría alguna tropa para interceptarnos el paso y así evitar que los prisioneros entraran a Santiago: recordando otros hechos similares. Por mi experiencia de viejo militar, sabía que todo eso podía ocurrir. Al salir me encontré en la puerta de la finca a Monseñor Pérez Serantes que me dice: ¡Párese ahí, teniente! Le respondo: No puedo Monseñor, vea al coronel Rio Chaviano en el Moncada; si va delante tome su yipi y apúrese, y si va detrás. vaya lejos de mí.
Cuando veo a Monseñor Pérez Serantes me pongo a pensar qué hacía él allí, y no llego a conclusión alguna; pero sí noto que al llegar Juan Leizán con el camión, el muchacho está algo temeroso, y aquello no me gusta, porque él me conoce. ¿Por qué estará así? Me pregunto y lo achaco a la impresión de la captura, no le doy importancia. Lo que presentía resultó cierto, pues a la legua y pico, frente a La Redonda, venía de Santiago de Cuba hacia Sevílla una patrulla con una tropa similar a la mía, 22 hombres, al mando del comandante Pérez Chaumont, y junto a él, mi capitán. Cuando nos encontramos, el comandante Chaumont me dice: ¡Alto ahí, Sarria! Ordeno al chofer que pare y el comandante me advierte: ¡Óyeme! No puedes seguir con estos prisioneros. Le pregunto el por qué y me responde: Porque tengo órdenes. No puedes seguir y debes entregármelos. Le respondo enérgico: ¡Imposible, comandante! Me dice: ¿Cómo imposible, Sarria? ¿Te vas a insubordinar? iYo soy el comandante jefe de operaciones! Y le vuelvo a responder: ¡imposible! los capturé yo y el responsable soy yo. El vuelve a decir: iYo soy el jefe de operaciones y comandante: ¡Sarría, estás insubordinado! Y le digo: Bueno, yo soy segundo teniente, pero tengo mis atribuciones como segundo jefe del escuadrón de esta zona militar y del orden público, además de jefe de la Guardia Rural, y la captura no la ha realizado usted, sino yo, y sé por qué los llevo. Hay cosas importantes que no se las puedo decir. Pero el comandante insiste: Con todo y eso, no puedes seguir. Miro a mis hombres y veo la actitud que tienen, del juramento que me hicieron de responder con la vida a mi actitud, y me digo que aunque ellos sean un poquito más que nosotros, allí nos íbamos a morir todos si trataban de quitármelos a la fuerza. Chaumont vuelve a insistir; ¡No puedes seguir, Sarria! Le digo que no los entrego y que seguiré con ellos hasta Santiago. El capitán Tandrón se mete en la discusión y me dice: Sarría, es el comandante. Le respondo bien alto: Ya le dije, capitán, yo soy el teniente y soy el responsable de estos hombres. El comandante, que también se fija en la actitud combativa de mis hombres, me dice: Bueno, vaya para el Moncada con ellos. Miro fijamente al comandante y le digo: No los llevaré al Moncada sino a otra parte. Me pregunta él dónde y le respondo: Al vivac, si conviene. Él se ve muy molesto, pero yo no me transo y le señalo: Vaya usted delante a una distancia regular. Chaumont vuelve a insistir: Sarría, antes de salir vamos a hablar tú y yo, vamos a separarnos de aquí para hablar nuestro asunto. Le digo tajante: comandante, yo no me separo del camión. Pienso rápido que cuando yo me separe del vehículo me va a conquistar a mis soldados, pues como él es comandante y yo segundo teniente nada más, ellos, como subalternos, le van a obedecer, van a simular una fuga y los matarán a todos: entonces quedaré yo como responsable de la muerte de los muchachos, habiéndole prometido a Fidel que yo los iba a conducir vivos. Ya en ese momento sabían mis hombres y los del comandante quién era el hombre que estaba entre el chofer y yo. Chaumont me dice: Ese que está entre el chofer y tú, es Fidel Castro. Le respondo: Sí, señor, lo es; pero ni a él ni a los otros se los voy a entregar, comandante, de eso puede estar seguro. Miro a mis hombres que estaban con los ojos muy abiertos, impresionados, al saber que el prisionero era Fidel Castro. Con esa premisa partimos, él delante, a distancia, como le dije. No fui a conferenciar con él, ni me separé de mis hombres porque desconfiaba, tenía la impresión de que algo terrible podía ocurrir. Cuando entramos en Santiago de Cuba, cerca del Vivac, el comandante se separó con sus hombres a un lado y continué la marcha. Cuando voy a entrar al Vivac, abren las puertas y algunos curiosos de la población empiezan a congregarse allí a gritar: Ahí llevan a Fidel, llevan a Fidel. Mandé a mis hombres a que dispararan al aire para dispersar a la gente y nos dejaron entrar, tomando también precauciones no fuera a ser que algunos militares vestidos de civil o de los cuerpos de seguridad le dispararan a boca de jarro y lo asesinaran, por lo que ordeno rápido: ¡Dispersarlos! Entonces mis hombres dispararon ocho o diez tiros al aire y entramos al recinto jurídico.
Más conocido como Fidel Castro (Birán, Holguín, 13 de agosto de 1926 - La Habana, Cuba, 25 de noviembre de 2016). Líder histórico de la Revolución cubana. A lo largo de los años de la Revolución impulsó y dirigió la lucha del pueblo cubano por la consolidación del proceso revolucionario, su avance hacia el Socialismo, la unidad de las fuerzas revolucionarias y de todo el pueblo, las transformaciones económicas y sociales del país, el desarrollo de la educación, la salud, el deporte, la cultura y la ciencia, así como el enfrentamiento de las agresiones externas y la conducción de una activa política exterior de principios.
Simpatizante del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), participó de manera activa en las campañas del partido y fue de los primeros en denunciar el carácter reaccionario e ilegítimo del régimen de facto establecido tras el golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952.
Fue encarcelado tras los asaltos a los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y al Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, asumiendo su autodefensa ante el tribunal que lo juzgó, y pronunciando el alegato conocido como La historia me absolverá, en el que esbozaba el programa de la futura Revolución en Cuba. Condenado a 15 años de prisión fue amnistiado en 1955 y marcha hacia el exilio en México, desde donde parte con otros 81 revolucionarios para desembarcar por los Coyuelos el 2 de diciembre de 1956. Tras varios meses de dura lucha entra victorioso el 1 de enero de 1959 en Santiago de Cuba y arriba a La Habana el 8 de enero.
El 16 de febrero de 1959 fue nombrado Primer Ministro del Gobierno Revolucionario[3]. El 2 de diciembre de 1976 es electo Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, puesto que ocupa hasta su renuncia por problemas de salud el 24 de febrero de 2008. Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba entre 1965 y 2011. Los servicios de la Seguridad del Estado cubanos contabilizaron hasta el 2007 un total de 638 intentos de asesinato contra Fidel en distintas fases de desarrollo, llegando a ejecutarse más de un centenar.
Síntesis Biográfica
Primeros años
Fidel Alejandro Castro Ruz fue el tercer hijo de Ángel Castro Argiz, un terrateniente y colono cañero proveniente de Galicia España y la campesina cubana Lina Ruz González. Su padre había sido reclutado por el Ejército colonialista español para luchar contra los independentistas cubanos. Una vez terminada la guerra regresó a España para retornar definitivamente a Cuba en 1905. Trabajó en diversos empleos hasta reunir el dinero necesario para establecer su propia plantación de caña de azúcar en Birán, antigua provincia de Oriente. Ángel Castro se unió sentimentalmente a la joven Lina Ruz, hija de una familia campesina de la provincia de Pinar del Río, recién llegada a su finca, con quien se casó finalmente en segundas nupcias en 1943.
Réplica de la vivienda de la familia Castro Ruz en Birán y casa natal de Fidel y sus hermanos.
Fidel Castro nació el 13 de agosto de 1926 y fue criado por sus padres junto a los hijos de los trabajadores de la finca, comenzando a estudiar en una pequeña escuela local a la edad de cuatro años. Según sus propias palabras, su maestra hizo creer a la familia que era un alumno muy aplicado y despierto, con capacidad para el estudio, por lo que sus padres decidieron enviarlo a estudiar a la ciudad de Santiago de Cuba cuando tenía aproximadamente cinco años. Fidel fue a vivir entonces junto a su hermana Ángela a casa de la maestra y su familia, todos muy pobres. El dinero que enviaban sus familiares era utilizado para el sustento de cinco personas, primeramente, a lo que se sumó la llegada de su hermano Ramón. A pesar de la situación económica de su familia en el año 1932, Fidel y sus hermanos experimentaron el hambre.
La hermana de su maestra contrae nupcias con el Cónsul de Haití en Santiago de Cuba, quien funge como padrino durante el bautizo de Fidel. Tiempo después su padrino pierde el empleo y regresa a Haití. Durante esa etapa Fidel recibía clases de su madrina, consistentes en estudiar las tablas matemáticas. Creo que fui víctima de cierta explotación, por el ingreso que significaba para aquella familia la pensión que pagaban mis padres por tenernos allí.
Sus padres notaron las condiciones extremas en las que vivían Fidel y sus hermanos y los llevaron de regreso a Birán, pero se reconcilian con la maestra y es enviado nuevamente a Santiago, donde tras el escándalo, mejoran sus condiciones de vida.
Es matriculado en el colegio privado religioso Hermanos de La Salle como alumno externo y más tarde como interno. Luego de un incidente provocado por un inspector del colegio, Fidel fue matriculado en enero de 1938 como alumno externo en el Colegio Dolores, regido por la Orden de los Jesuitas. En 1942 ingresa por decisión propia al colegio Belén de La Habana, siendo designado el mejor atleta de la escuela en 1944, año en el que se gradúa como bachiller en Letras.
En el anuario del Colegio de Belén correspondiente a la graduación de 1945 se lee:
Fidel Castro (1942-1945). Se distinguió en todas las asignaturas relacionadas con las letras. Excelencia y congregante, fue un verdadero atleta, defendiendo siempre con valor y orgullo la bandera del colegio. Ha sabido ganarse la admiración y el cariño de todos. Cursará la carrera de Derecho y no dudamos que llenará con páginas brillantes el libro de su vida. Fidel tiene madera y no faltará el artista.
Etapa universitaria
Al iniciar su vida en la universidad, rápidamente se integró a los equipos de baloncesto y béisbol y fue electo como delegado de la asignatura de Antropología. Fidel expresó muchos años después en entrevista con el editor italiano Giancomo Feltrinelli:
Al ingresar en la Universidad no tenía ninguna cultura política, ni en el orden económico, ni en el orden social, ni en el orden ideológico.
En entrevista concedida a Frei Betto en 1986 expresaba:
(...) las ideas políticas no me las inculcó nadie, no tuve el privilegio de tener un preceptor. Después (del bachillerato) tuve otro tipo de valores: una creencia política, una fe política que tuve yo que forjarme por mi propia cuenta, a través de mis experiencias, de mis razonamientos y de mis propios sentimientos.
Durante su segundo año entró en contacto con el Partido Ortodoxo y con varios militantes de la Juventud Comunista, entre los que se encontraban Flavio Bravo, Raúl Valdés Vivó, Alfredo Guevara y otros. Sus actividades políticas, primeramente dentro del ámbito universitario, le granjearon enemigos rápidamente, llegando incluso a recibir amenazas de muerte al enfrentarse a un candidato de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) apoyado por el gobierno de Ramón Grau San Martín.
Descontento con la corrupción y la violencia que imperaban bajo el gobierno de Grau, el 16 de julio de 1947 pronuncia un discurso en la primera sesión de la Asamblea Constituyente Estudiantil que le valió un lugar en la primera plana de varios periódicos.
Convertido en un apasionado antiimperialista, se vincula con diversas organizaciones estudiantiles progresistas y antiimperialistas y se une a los comités Pro-Independencia de Puerto Rico, el Comité 30 de Septiembre -del que fue fundador- y el Comité Pro-Democracia Dominicana, en el que ocupó la presidencia. Desde su cargo promueve acciones para reclamar la destitución del dictador dominicano Rafael Trujillo. Entre julio y septiembre se enrola en un contingente expedicionario organizado para luchar contra Trujillo, el cual se entrena en Cayo Confites, muy próximo a Cayo Lobo en las Bahamas inglesas, y a unas 44 millas de Nuevitas. Allí Fidel fue ascendido a teniente, jefe de pelotón, y después a jefe de una compañía de batallón.
El 22 de julio Trujillo inicia una serie de protestas por la vía diplomática contra el gobierno de Cuba, y semanas más tarde declara abierta la posibilidad de una guerra. El gobierno cubano procedió a confiscar varias armas y tras varias deserciones y la traición de algunos miembros, la mayor parte de los expedicionarios son hechos prisioneros, salvándose Fidel al saltar al agua con su arma desde el buque “Aurora” en el cual viajaban. Consideró una vergüenza que la expedición terminara sin luchar.
A su regreso a La Habana continúa teniendo una activa vida política y se destaca en las protestas estudiantiles que se centran en contra de la muerte de un alumno de secundaria golpeado por elementos del gobierno. Las protestas son duramente reprimidas, a la vez que por presiones del gobierno de los Estados Unidos se persigue a todo aquel sospechoso de comunista. Durante uno de estos enfrentamientos Fidel es golpeado y termina en estado grave.
Toma parte en una velada para conmemorar el aniversario de la muerte del líder estudiantil Rafael Trejo a manos de la policía de Machado, y más tarde es designado representante de los estudiantes universitarios cubanos al Congreso Estudiantil Latinoamericano que se celebraría en Bogotá. Después de una rápida visita a Venezuela y Panamá llega a la ciudad de Bogotá junto a otros estudiantes cubanos en un viaje patrocinado por el gobierno del presidente argentino Juan Domingo Perón.
En el teatro donde se estaba realizando una reunión de los representantes de los gobiernos de América Latina, Fidel lanzó desde el último piso unos panfletos que contenían el manifiesto de la Federación de Estudiantes Latinoamericanos que intentaban crear estudiantes de Cuba, Venezuela, Panamá y Colombia. Fue arrestado durante dos horas. Estaba citado para encontrarse con el candidato a la presidencia Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, a quien había invitado a clausurar el congreso estudiantil.
Aproximadamente a la una de la tarde de ese día dos individuos que anteriormente habían levantado ciertas sospechas dispararon contra Gaitán. Los disturbios que originó la muerte de Gaitán y que se conocieron posteriormente con el nombre de «Bogotazo», provocaron alrededor de tres mil muertos.
Fidel se unió al pueblo que exigía la renuncia del presidente Mariano Ospina Pérez, por lo que es acusado de ser un agente del comunismo internacional y hasta de estar implicado en la muerte de un cura durante los enfrentamientos armados en los que participa en Bogotá. Luego la propia Iglesia Católica declara que en el Bogotazo no había perecido ninguno de sus sacerdotes. El Congreso se suspende y Fidel y sus compañeros tienen que regresar a Cuba.
Regreso a Cuba desde Colombia
Luego de su regreso a Cuba Fidel contrae matrimonio con Myrta Díaz Balart en 1948, con quien tuvo un hijo. Ese mismo año Ramón Grau decide no presentarse a las elecciones y nombra como candidato del Partido Auténtico a Carlos Prío Socarrás, quien llega a la silla presidencial. En abril, marines estadounidenses profanan la estatua de José Martí en el Parque Central de La Habana. Fidel encabeza entonces una protesta y junto con los jóvenes comunistas, se enfrenta a la represión de la policía frente a la sede de la Embajada de los Estados Unidos. Luego estaría entre los denunciantes de la brutalidad policial que se ensaña contra su compañero de estudios Baudilio Castellanos.
La policía y el Servicio de Inteligencia Militar iniciaron el expediente relativo a las actividades revolucionarias de Fidel. En noviembre, la Revista Bohemia informaba de papeles ocupados a pistoleros del mal llamado Movimiento Socialista Revolucionario (MSR) que habían logrado escapar de la policía, donde aparecía en dos oportunidades el nombre de Fidel entre sus opositores condenados a muerte.
En 1950 se gradúa como Doctor en Derecho Civil y Licenciado en Derecho Diplomático y junto a dos compañeros desde su bufete se dedicó fundamentalmente a la defensa de personas y sectores humildes.
En noviembre es detenido y acusado en la ciudad de Cienfuegos por usar la violencia contra agentes de la policía en medio de una protesta a favor de asociaciones estudiantiles, pero los cargos fueron desestimados más adelante. Se convirtió en miembro activo del Comité de Paz de Cuba que se oponía a la Guerra de Corea.
Desde las filas del Partido Ortodoxo trabajó por cultivar entre la militancia joven las posiciones más radicales y combativas. En 1951, el fundador del partido Eduardo Chibás sostuvo una polémica pública con el Ministro de Educación Aureliano Sánchez Arango, a quien acusó de malversación de los fondos del Ministerio. Incapaz de presentar las pruebas se suicidó públicamente durante una transmisión radial. Tras la muerte de Chibás y con el amplio apoyo del Partido, Fidel se presenta como candidato a la Cámara de Representantes, poniendo todas sus energías en la campaña.
Lucha contra la dictadura de Batista
En 1952 el candidato ortodoxo Roberto Agramonte aparecía como amplio favorito para ganar las elecciones presidenciales de ese año contra Fulgencio Batista, representante del Partido Acción Unitaria. Un grupo de jóvenes oficiales descontentos se aprestaban a destituir a Carlos Prío desde el año 1951 y veían a Batista como la figura ideal para el movimiento. El 10 de marzo un golpe de estado reconocido por el gobierno estadounidense llevó al poder a Batista, quien canceló las elecciones, garantizando así la seguridad de los intereses económicos de Estados Unidos en la isla.
Fidel fue uno de los primeros en denunciar el golpe de estado y lo expone ante un Tribunal de Urgencia por la violación de la Constitución:
Evidenciará si es que sigue funcionando con plenitud de facultades, si es que no se ve imposibilitado por la fuerza, si es que no ha sido abolido también el cuartelazo. (...) Si existen tribunales, Batista debe ser castigado, y si Batista no es castigado (...) ¿Cómo podrá después este tribunal juzgar a un ciudadano cualquiera por sedición o rebeldía contra este régimen ilegal producto de la traición impune?
El 2 de junio de 1953 Carlos Prío por el Partido Auténtico, y Emilio Ochoa por el Partido Ortodoxo, junto a líderes de otras tendencias, firmaron la Carta de Montreal o Pacto de Montreal estableciendo un programa político mínimo frente a Batista:
- Restablecimiento de la Constitución de 1940.
- Convocatoria a elecciones libres sin Batista.
- Formación de un gobierno provisional que ordenara el llamado a elecciones.
Insatisfecho con el rumbo político tomado por los ortodoxos, y con la convicción de que la única salida era la lucha revolucionaria, Fidel organiza un grupo conocido como “El Movimiento”, basado en un sistema de células clandestinas. En un año el grupo rondaba los 1 200 miembros, fundamentalmente de las filas ortodoxas.
Asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes
El cuartel Guillermón Moncada, en el año 1953 era la sede del regimiento número 1 de la «Antonio Maceo» en la ciudad de Santiago de Cuba, capital de la provincia de Oriente. Por su importancia, el Moncada era la segunda fortaleza militar del país, ocupada por unos mil hombres. Con el fin de asaltar simultáneamente los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes (Bayamo), un centenar de miembros del Movimiento, bajo el mando de Fidel y Abel Santamaría entrenaban clandestinamente.
Las armas, los uniformes y los recursos necesarios para la lucha se obtuvieron sin recurrir a la ayuda de personas acaudaladas ni de políticos corrompidos. Su adquisición fue posible fundamentalmente por la voluntad y el sacrificio personal de los propios combatientes.
La táctica ideada consistía en llegar armados y disfrazados de sargentos y una vez dentro apelar al patriotismo de los soldados y animarlos al levantamiento contra el gobierno. Cuando todos estuvieron listos, se le dio lectura al «Manifiesto del Moncada», redactado por el joven poeta Raúl Gómez García bajo la orientación de Fidel. Gómez García leyó sus versos «Ya estamos en combate» y Fidel les dirigió esta brevísima exhortación:
Compañeros: podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero, de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡libertad o muerte! Ya conocen ustedes los objetivos del plan. Sin duda alguna es peligroso y todo el que salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta voluntad. Aún están a tiempo para decidirse. De todos modos, algunos tendrán que quedarse por falta de armas. Los que estén determinados a ir, den un paso al frente. La consigna es no matar sino por última necesidad.
A las cuatro de la madrugada 16 automóviles salieron hacia Santiago, averiándose uno de ellos por el camino y separándose dos más del convoy principal. Los grupos dirigidos por Abel y Raúl cumplieron su objetivo: la toma del Hospital Civil y la Audiencia. El grupo principal, dirigido por Fidel, llegó según lo previsto hasta una de las postas, la No. 3, la desarmó y traspuso la garita, pero una patrulla de recorrido que llegó inesperadamente, y un sargento que apareció de improviso por una calle lateral, provocaron un tiroteo prematuro que alertó a la tropa y permitió que se movilizara rápidamente el campamento. La sorpresa, factor decisivo del éxito, no se había logrado. La lucha se entabló fuera del cuartel y se prolongó en un combate de posiciones. Ante la imposibilidad de la victoria Fidel ordenó la retirada. Al mismo tiempo que esto ocurría en Santiago, 28 revolucionarios asaltaban al cuartel de Bayamo, operación que también fracasó.
Fidel, junto a otros 19 supervivientes, intenta llegar hasta la Gran Piedra para continuar la lucha. Después de una larga marcha para evadir numerosos retenes militares y operativos de rastreo, son sorprendidos en un varentierra por una patrulla batistiana al mando del segundo teniente Pedro Sarría Tartabull. Aunque la orden que tenían era la de matar a los prisioneros sospechosos de haber participado en el asalto, Sarría les respeta la vida a los jóvenes gritando a sus subordinados:
No disparen, las ideas no se matan.
Al conocer la identidad y responsabilidad de Fidel, se encarga de llevarlo personalmente hasta prisión, evitando de esta manera que fuera asesinado o desaparecido.
La historia me absolverá
El 21 de septiembre un total de 122 acusados, entre los que se encontraba Fidel, fueron llevados a juicio en el Palacio de Justicia de Santiago de Cuba. Actuando como su propio defensor, convenció a los jueces de hacer caso omiso a la decisión del ejército de mantener a todos los acusados esposados ante el tribunal. Rebatió allí mismo la acusación de la fiscalía que los acusaba de promover un alzamiento contra los Poderes Constitucionales del Estado, asegurando que su rebelión era contra el poder usurpado por Batista ilegítimamente.
Las acusaciones posteriores de las torturas y asesinatos cometidos por los esbirros motivaron una declaración de los jueces que expresaba la necesidad de realizar una investigación exhautiva sobre los crímenes. Fidel fue sacado del juicio para intentar acallar sus denuncias y juzgarlo en solitario. El proceso continuó hasta el 5 de octubre, siendo sentenciados 55 revolucionarios a condenas que oscilaban entre los siete meses y los 13 años.
Fidel fue juzgado en solitario el 16 de octubre y una vez más se convirtió en su propio abogado, pasando de acusado, a acusador. Su alegato fue conocido como La historia me absolverá, y en él se esbozaba el programa de la futura Revolución en Cuba. En esa ocasión señaló:
"Ningún arma, ninguna fuerza es capaz de vencer a un pueblo que se decide a luchar por sus derechos. Ejemplos históricos pasados y presentes son incontables. Está bien reciente el caso de Bolivia, donde los mineros, con car-tuchos de dinamita, derrotaron y aplastaron a los regimientos del ejército regular."
Exilio en México
En julio de 1955, mostrada la imposibilidad de proseguir la lucha antibatistiana por medios legales, Fidel partió hacia México para organizar desde el exilio la insurrección armada. En condiciones económicas precarias y sometido a la estrecha vigilancia y persecución de los agentes batistianos, desplegó una esforzada labor organizativa y preparatoria, al tiempo que prosiguió una intensa campaña de difusión de las ideas y propósitos del movimiento insurreccional. Viajó a los Estados Unidos, donde creó junto a sus compatriotas exiliados "clubes patrióticos" con el fin de conseguir apoyo político y económico para la lucha revolucionaria. Estuvo en Filadelfia, Nueva York, Tampa, Union City, Bridgeport y Miami.
Con la divisa: En 1956 seremos libres o seremos mártires, Fidel, Raúl, Juan Manuel Márquez, Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos y otros destacados revolucionarios estuvieron entrenándose con largas caminatas por las calles de la ciudad de México, escalamiento de montañas, defensa personal, tácticas de guerrillas y prácticas de tiro.
El 20 de junio de 1956, el jefe del Movimiento 26 de Julio, el Che y otros combatientes fueron detenidos, las casas campamentos quedaron descubiertas y parte importante de las armas fueron incautadas. Tras la salida de los establecimientos de la policía mexicana, se aceleró la conspiración revolucionaria. Compraron el Yate Granma, en el que zarparon hacia Cuba en la madrugada del 25 de noviembre de 1956, desde el Río Tuxpan, con 82 combatientes a bordo, cuya edad promedio era de 27 años.
Ejército Rebelde
Insignia utilizada por Fidel Castro en su uniforme indicando su rango de Comandante en Jefe del Ejército Rebelde.
Después de 7 días de navegación, desembarcaron el 2 de diciembre en Las Coloradas, costa sur occidental de la antigua provincia de Oriente. Las fuerzas batistianas localizaron el desembarco y hostilizaron a los expedicionarios. Dos días antes, los combatientes clandestinos del Movimiento 26 de Julio, al mando de Frank País, habían llevado a cabo en Santiago de Cuba un levantamiento de apoyo al desembarco.
El 5 de diciembre, el ejército de la tiranía sorprendió en Alegría de Pío a Fidel y sus combatientes. Los revolucionarios fueron diezmados, varios caen detenidos durante la persecución y muchos son asesinados en el acto. Con la valiosa colaboración de los campesinos, Fidel se encuentra con Raúl en Cinco Palmas y reagrupa a la fuerza revolucionaria. Parte entonces a la Sierra Maestra para continuar desde allí la lucha revolucionaria, naciendo así el núcleo inicial del Ejército Rebelde.
El 17 de enero de 1957, dirigió la primera acción armada contra el ejército de Batista en el cuartel de La Plata y obtuvo su primera victoria. El Ejército Rebelde comenzó a crecer y fortalecerse.
En su condición de Comandante en Jefe, dirigió la acción militar y la lucha revolucionaria de las fuerzas rebeldes y del Movimiento 26 de Julio durante los 25 meses de guerra. Tuvo bajo su mando directo a la Columna Uno José Martí y participó personalmente en casi todas las operaciones, combates y batallas más importantes que tuvieron efecto durante la guerra en el territorio del Primer Frente Rebelde.
A principios de 1958, el movimiento revolucionario decide acelerar la caída del tirano mediante una huelga general con características de insurrección. En la Sierra Maestra, Fidel Castro crea dos nuevas columnas al mando de los comandantes Raúl Castro y Juan Almeida, respectivamente, quienes deben abrir dos frentes guerrilleros en otras zonas montañosas de Oriente. La huelga convocada el 9 de abril se malogra con graves pérdidas para las fuerzas revolucionarias. Batista cree llegado el momento de liquidar la insurrección, y en el verano lanza una ofensiva de 10 000 hombres sobre la Sierra Maestra.
En feroces combates y batallas -Santo Domingo, El Jigüe, Vegas de Jibacoa, y otros-, las tropas rebeldes derrotan a los batallones de la tiranía que logran penetrar en la Sierra y los obliga a retirarse. Ese es el viraje definitivo. Los partidos de la oposición burguesa, que hasta entonces han maniobrado para capitalizar la rebeldía popular, se apresuran en reconocer el indiscutible liderazgo de Fidel Castro.
Columnas rebeldes parten hacia diversos puntos del territorio nacional, entre ellas las de los comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, quienes avanzan hacia la provincia de Las Villas. En esa zona ya operan diversos grupos de combatientes, entre otros los del Directorio Revolucionario y el Partido Socialista Popular. El 20 de noviembre, Fidel Castro, dirige personalmente la batalla de Guisa, que marca el comienzo de la definitiva ofensiva revolucionaria.
Tras contundente derrota de las tropas élites de la tiranía, al amanecer del 1 de enero de 1959, Fidel entra victorioso en la guarnición de Santiago de Cuba y enfrenta, con una huelga general revolucionaria, acatada por todos los trabajadores, el golpe de Estado en la capital de la República, promovido por el gobierno de Estados Unidos quien intentaba poner al general Eulogio Cantillo en el poder. El 8 de enero Fidel entra en La Habana junto con la Caravana de la Libertad.
La honestidad y el compromiso con el pueblo marcan las palabras de Fidel en el Cuartel Columbia:
Se ha andado un trecho, quizás un paso de avance considerable. Aquí estamos en la capital, aquí estamos en Columbia, parecen victoriosas las fuerzas revolucionarias; el gobierno está constituido, reconocido por numerosos países del mundo, al parecer se ha conquistado la paz; y, sin embargo, no debemos estar optimistas. Mientras el pueblo reía hoy, mientras el pueblo se alegraba, nosotros nos preocupábamos; y mientras más extraordinaria era la multitud que acudía a recibirnos, y mientras más extraordinario era el júbilo del pueblo, más grande era nuestra preocupación, porque más grande era también nuestra responsabilidad ante la historia y ante el pueblo de Cuba.
Tres palomas se posan en la baranda de la tribuna. Una de estas, insistente, se le sube en el hombro izquierdo a Fidel, y la muchedumbre grita enardecida: «¡Fidel, Fidel!». Algunos lo vieron como una bendición divina pero la mayoría lo percibió como una casualidad maravillosa. El acto que cerró el recorrido de la Caravana de la Libertad terminó alrededor de las dos de la madrugada del día 9 de enero de 1959.
Revolución en el poder
El 3 de enero de 1959, en medio de la intentona contrarrevolucionaria protagonizada por Eulogio Cantillo, el recién nombrado presidente provisional Manuel Urrutia lo nombró Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire. El 13 de febrero fue designado Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, cargo al que renunció el 17 de julio de ese mismo año debido a la actitud traidora del presidente Urrutia, que saboteaba las leyes aprobadas por el Consejo de Ministros. En ese momento se produjeron grandes manifestaciones populares en su apoyo, por lo que Urrutia decidió renunciar a la presidencia, siendo designado como su sucesor Osvaldo Dorticós Torrado. Ante los cambios positivos en el gobierno, Fidel se reintegró a su cargo de Primer Ministro el 26 de julio.
Desde el inicio mismo de la Revolución Cubana dirigió y participó en todas las acciones emprendidas en defensa del país y de la Revolución en los casos de agresiones militares procedentes del exterior o actividades de bandas contrarrevolucionarias dentro del país, en especial la derrota de la invasión organizada por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, llevada a cabo por Playa Girón en abril de 1961. En nombre del poder revolucionario, proclamó el 16 de abril de 1961 el carácter socialista de la Revolución Cubana. Condujo al pueblo cubano en los días de la dramática Crisis de Octubre de 1962.
Ocupó el cargo de Secretario General de las Organizaciones Revolucionarias Integradas[26], y más adelante el de Secretario General del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba. A partir de la Constitución del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en octubre de 1965, su cargo fue el de Primer Secretario y Miembro del Buró Político, en el que fue ratificado por los cinco Congresos del Partido efectuados desde entonces, en el Sexto, realizado entre el 16 y el 19 de abril de 2011, renuncio a la reelección debido a su estado de salud y fue sucedido por Raúl Castro.
Fue electo Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en representación del Municipio Santiago de Cuba, en sus sucesivos períodos de sesiones desde la creación de aquella en 1976, y desde entonces y hasta el 2008 ocupó los cargos de Presidente del Consejo de Estado y Presidente del Consejo de Ministros. Durante su etapa de presidente presidio misiones oficiales cubanas a más de 50 países.
Entre el 21 y el 25 de enero de 1998 recibió y atendió durante su estancia en Cuba al Papa Juan Pablo II. El Sumo Pontífice en declaraciones realizadas al actual Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, le comunico que posiblemente ningún jefe de Estado se había preparado tan a fondo para una visita de un Pontífice.
Como fundador del primer estado socialista del hemisferio occidental, diseñó, orientó y ejecutó una política exterior de neta independencia y de extensión global, y un magisterio internacionalista que ha hecho de Cuba un componente activo y destacado en los fundamentales procesos políticos que le tocó transitar a lo largo de su liderazgo, siempre al lado de las causas más justas y sin temor a arrastrar los mayores y más sonados lances.
Dirigió estratégicamente la participación de cientos de miles de combatientes cubanos en misiones internacionalistas en Argelia, Siria, Angola, Etiopía y otros países, e impulsó y organizó el aporte de decenas de miles de médicos, maestros y técnicos cubanos que han prestado servicios en más de 40 países del Tercer Mundo, así como la realización de estudios en Cuba por parte de decenas de miles de estudiantes de esos países. Impulsó los programas integrales de asistencia y colaboración cubana en materia de salud en numerosos países de África, América Latina y el Caribe, y la creación en Cuba de escuelas inter-nacionales de Ciencias Médicas, Deporte, y Educación Física y otras disciplinas para estudiantes del Tercer Mundo.
Promovió a escala mundial la batalla del Tercer Mundo contra el orden económico internacional vigente, en particular contra la deuda externa, el despilfarro de recursos como consecuencia de los gastos militares y la globalización neoliberal, así como los esfuerzos por la unidad y la integración de América Latina y el Caribe.
En abril de 2004, junto al fallecido líder bolivariano, Hugo Chávez, abrió el camino de la integración latinoamericana con la creación en La Habana de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA), como espacio multifacético de convergencia. Esfuerzo que fue sumando otras entidades como Petrocaribe, de amplia y positiva actividad en el campo energético, y que se complementa con la reestructuración positiva de entidades como el MERCOSUR y la formación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
El paso más concluyente en ese derrotero resultaría, sin dudas, la fundación en 2011, en Caracas, Venezuela, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que por encima de innegables diferencias y características propias de cada integrante, se desarrolla como un mecanismo de verdadera representatividad regional, capaz de dar prioridad al diálogo y trascendencia a cuantos une por encima de otras consideraciones.
Encabezó la acción decidida del pueblo cubano para enfrentar los efectos del bloqueo económico impuesto a Cuba por los Estados Unidos desde hace más de cuarenta años y las consecuencias en el plano económico del derrumbe de la comunidad socialista europea, y promovió el esfuerzo tenaz de los cubanos para superar las graves dificultades resultantes de estos factores, su resistencia durante el llamado Período Especial y el reinicio del crecimiento y desarrollo económico del país.
Fue puntal en su ejercicio político en materia de proyección exterior, el logro del cese al fuego bilateral suscrito entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia–Ejército del Pueblo (Farc-EP), firmado el 23 de junio de 2016 en La Habana, Cuba, luego de años de diálogo apoyado, impulsado y facilitado precisamente por la revolución cubana.
A lo largo de los años de la Revolución impulsó y dirigió la lucha del pueblo cubano por la consolidación del proceso revolucionario, su avance hacia el socialismo, la unidad de las fuerzas revolucionarias y de todo el pueblo, las transformaciones económicas y sociales del país, el desarrollo de la educación, la salud, el deporte, la cultura y la ciencia, la defensa, el enfrentamiento de las agresiones externas, la conducción de una activa política exterior de principios, las acciones de solidaridad con los pueblos que luchan por la independencia y el progreso, y la profundización de la conciencia revolucionaria, internacionalista y comunista del pueblo.
Enfermedad
El 31 de julio de 2006 dio a conocer una proclama al pueblo de Cuba en que hacía entrega temporal de sus responsabilidades por razones de salud, ya que llego un momento -según sus propias palabras- en el cual no podía seguir al frente del gobierno por lo que decidió traspasar el poder al primer vicepresidente cubano en esos momentos, Raúl Castro. En el proceso electoral cubano posterior a esa fecha por las mismas razones declinó su postulación a integrar el Consejo de Estado.
Retorno a la vida pública
Luego de una etapa de convalecencia y recuperación, no exenta de riesgos, en marzo del 2007 emprende una nueva misión dentro de su carrera revolucionaria, disponiéndose, según escribió, a hacer lo que debía y podía:
"reflexionar y escribir sobre cuestiones de cierta importancia y trascendencia”, apoyado en “mucho material pendiente"
La decisión de comenzar sus “Reflexiones”, respondieron a la necesidad de hacer lo que le era posible hacer, al impulso incontenible, regido por la urgencia práctica; experimentado durante toda su vida, en particular en situaciones extremas de estudiar, investigar, conocer y enseñar.
Las “Reflexiones” dan continuidad, desde otra trinchera, a su misión de político revolucionario con el propósito de movilizar a la opinión pública nacional e internacional, y llevarlos a pensar la realidad de forma coherente y unitaria, lo que las convirtió en un “original hecho filosófico”. “Se dedicó a escribir sobre temas mundiales, convirtiéndose en un activo participante en la lucha de ideas. Por su autoridad moral, influyó en importantes y estratégicas decisiones de la Revolución.
Muchos de los temas de reflexión son tratados con el espectro referencial privilegiado que le confiere el haber sido testigo de primera línea o protagonista de algunos de los acontecimientos cruciales en la historia del mundo desde la segunda mitad del siglo pasado; incluso el de haber participado en su génesis. Ante la pretensión de naturalizar la injusticia, el despojo y el simulacro como remedo de la vida humana, Fidel Castro reafirmó su convicción personal de que “toda idea siniestra debe ser sometida a críticas demoledoras sin concesión alguna”.
Sobre estos y otros temas algunas de sus reflexiones reprodujeron o sintetizaron opiniones de expertos y personalidades destacadas del escenario internacional; en ocasiones en respaldo de sus tesis, en otras, como punto de confrontación para el análisis.
Le caracterizaron sus reflexiones la síntesis y la brevedad, estableciendo una premisa de radicalidad ética y sentido práctico de la política, manteniéndose “fiel a la divisa de no escribir nunca una mentira”.
De esta manera se mantuvo cumpliendo con funciones políticas de movilizador de conciencias, el combate de ideas y argumentos en torno a todo lo que repercute en la vida y el futuro de la humanidad, constituyendo su espacio natural y su escenario de lucha, arraigado en el principio martiano de que “una idea justa desde el fondo de una cueva puede más que un ejército”.
Tras varios años de estar alejado de la vida pública, comenzó una serie de visitas en el año 2010 a centros radicados en la capital cubana y a reunirse con combatientes, científicos, economistas, jóvenes y políticos de Cuba y del mundo; alertando sobre los graves peligros de una nueva guerra en el Oriente Medio y la terrible amenaza para la especie humana que significa la destrucción del medio ambiente.
El 19 de abril de 2011, con motivo de la clausura del Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, Fidel se hace presente en el Palacio de las Convenciones y es recibido con una cerrada ovación, semanas antes había informado sobre su decisión de no seguir al frente del Partido Comunista de Cuba debido a sus problemas de salud.
La sesión de clausura del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba celebrada el 19 de abril de 2016 contó con su presencia, siendo recibido por delegados e invitados entre numerosos vítores y ovaciones. Compartió con los delegados asistentes y pronunció un discurso histórico en el que puso de manifiesto su motivación especial por las ideas y un resumen esencial de la vida de combate y de virtud, en una de estas ideas refirió:
"Pronto deberé cumplir 90 años, nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo; fue capricho del azar. Pronto seré ya como todos los demás. A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que, en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos. A nuestros hermanos de América Latina y del mundo debemos transmitirles que el pueblo cubano vencerá."
Muerte
Máximos dirigentes de la Revolución realizan una guardia de honor al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el salón Granma del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
En una alocución nacional, Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba y Primer Secretario del Comité Central del PCC, dio a conocer el fallecimiento del líder histórico de la revolución el 25 de noviembre de 2016 en La Habana, Cuba, a los 90 años de edad. En cumplimiento a su voluntad, sus restos fueron cremados.
"Querido pueblo de Cuba:
Con profundo dolor comparezco para informar a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo, que hoy, 25 de noviembre de 2016 a las 10:29 horas de la noche falleció el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz. En cumplimiento a la voluntad expresa del Compañero Fidel, sus restos serán cremados. En las primeras horas de mañana sábado 26, la comisión organizadora de los funerales, brindará a nuestro pueblo una información detallada sobre la organización del Homenaje póstumo que se le tributará al fundador de la Revolución Cubana. ¡Hasta la victoria siempre!"
Raúl Castro
Nació en Los Palacios, Pinar del Río, el 21 de junio de 1927, y con apenas 9 años, su familia, compuesta por 6 hermanos, se traslada hacia La Villa Roja de Artemisa.
Es en esta tierra donde transcurre su última infancia e inquieta juventud, es donde en la escuela conoce de José Martí y de Antonio Maceo, donde se entrena como obrero, es aquí donde florecen sus primeras inquietudes políticas, nacidas en el sustrato febril de su espíritu rebelde, de su concepto del honor y la dignidad, de su fervor patriótico. Ya en mayo de 1947, se había constituido el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), como contrapartida de toda una serie de partidos y organizaciones entreguistas y corruptas que dominaban la vida política del país.
Pepe Suárez, se entrega de inmediato, con todas sus fuerzas a la organización de la Juventud Ortodoxa en Artemisa, siendo electo como Secretario Organizador de la Dirección Municipal, en la asamblea constituyente que se hubo de celebrar en la “Sociedad Luz y Caballero” (hoy biblioteca “Ciro Redondo”).
En esta asamblea constituyente, salen electos como Delegados a la Constituyente de la provincia de Pinar de Río, él y el compañero Argelio Mederos.
Y en la Asamblea Provincial, vuelven a resultar electos, ellos dos, para representar a la provincia ante la Asamblea Nacional de la Juventud Ortodoxa y es por ésta condición, que él asiste como Delegado al Congreso Constituyente de la Juventud Ortodoxa, celebrado en La Habana los días 7,8 y 9 de diciembre de 1951, resultando electo, en este evento, miembro del Consejo Nacional de la Juventud Ortodoxa.
Durante la celebración de este Congreso y sus frecuentes reuniones en La Habana, Pepe hubo de conocer a muchos compañeros, que más tarde serían sus compañeros de lucha y que influirían decisivamente en su vida, allí él conoce a Fidel Castro Ruz.
El trabajo de organización que había realizado Pepe, en el seno de la Juventud Ortodoxa en la provincia pinareña y fundamentalmente en Artemisa, (a pesar de que a la muerte de Eduardo Chibás, principal líder del Partido Ortodoxo, en agosto de 1951, se hubo de producir un resquebrajamiento en la unidad de ese Partido), había hecho posible que aún después de producirse el golpe de estado de Batista, el 10 de marzo de 1952, todos estos elementos juveniles que Pepe había agrupado en la Juventud Ortodoxa, se mantuvieran muy unidos y con una gran potencialidad de lucha.
Este era un movimiento en ciernes, que por sus características interesó a Fidel desde el primer momento, es por ello que, al terminarse una reunión en el local del Partido, en Prado 109 La Habana. Fidel, que en esos momentos se postulaba como Representante por el barrio de Cayo Hueso, le pide a Pepe que se quedara para sostener una conversación con él. Pepe, que ya había percibido la estatura política de Fidel, le dio a conocer toda la organización de la juventud que él dirigía. Y de ese contacto salió la idea de entrenar militarmente a un grupo de jóvenes, para enfrentar a la tiranía con las armas en las manos.
Esta feliz iniciativa, puso en contacto a Fidel con lo mejor de la juventud artemiseña de aquellos tiempos y contribuyó a sentar las bases para empeños mayores. En varias ocasiones Fidel visitó, en aquellos días a Pepe en Artemisa, ultimando los planes de la preparación y organización de aquella juventud.
Ya se gestaba un movimiento de carácter general y clandestino, que diera al traste con el orden despótico implantado por la dictadura del tirano Fulgencio Batista. ¨Porque si ésta había entrado por la fuerza, por la fuerza había que sacarla¨. Así se regaba la consigna que corría entre los jóvenes artemiseños y pinareños, que adquiere un carácter de principio revolucionario, en contra de los métodos tradicionales de acceso al poder por medios pacíficos y electorales. Ésta visión del momento que vivía la seudo república y la necesidad de continuar la lucha armada iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en el 1868, hace que la organización de este insipiente movimiento clandestino, rebase las fronteras de Artemisa para adquirir carácter nacional.
En la organización de este movimiento, Pepe desarrolla toda su capacidad organizativa. Crea diferentes Células clandestinas con carácter sumamente escalonado y estrictamente compartimentado. Busca los lugares más seguros para efectuar las reuniones con Fidel y los Jefes de Grupos de Células, así como los lugares más apropiados para efectuar las prácticas de tiro.
Pepe Suárez coordinó y orientó la participación de ésta juventud en el Desfile de las Antorchas, que en conmemoración del Centenario del Natalicio de Martí, se realizó el 27 de enero de 1953, partiendo desde la escalinata de Universidad de La Habana.
Ya se estaba preparando un golpe duro e iniciador de la lucha abierta contra la tiranía. Se escogió, para este golpe al Cuartel Moncada, segunda fortaleza militar del país, bastión de la tiranía en Oriente.
El 24 de julio de 1953, Pepe imparte orientaciones a los Jefes de Grupo, para la salida de 30 artemiseños para La Habana y de allí hacia Santiago de Cuba, en busca de la gloria y el orgullo patriótico.
En la acción del Moncada, el 26 de julio de 1953, a Pepe le toca participar en la toma de la Posta 3, y es uno de los pocos combatientes que logran entrar al cuartel, apresando allí a varias decenas de soldados de la tiranía. Él tuvo la triste experiencia de ver caer a su lado a Renato Guitart, el joven santiaguero, a Pedro Marrero, joven cervecero, y ve caer herido a José Luis Tassende, quien luego es asesinado.
Fallido el factor sorpresa y dada la orden de retirada por Fidel, se dirige hacia la Granjita Siboney, donde se reúne con Fidel y otros 19 asaltantes, de ellos 10 artemiseños y desde allí enrumban hacia las montañas de la Gran Piedra, para continuar allá la lucha.
Desconocedores de la zona y luego de caminar incesantemente por varios días, dispersos y agotados, el grupo integrado por Fidel, Oscar Alcalde y Pepe Suárez, es sorprendido por una patrulla comandada por el Teniente Pedro Sarria, quien a pesar de las presiones de sus superiores, los mantiene con vida de forma decorosa.
Trasladados al vivac de Santiago de Cuba, es juzgado por la causa 37 de 1953 y condenado a 10 años de prisión, en Isla de Pinos. Ya en ese lugar se crea, a iniciativa de Fidel, la academia Abel Santamaría, en la cual Pepe imparte clases de Historia de Cuba.
El 12 de octubre, el Ministro de Gobernación, Ramón Heredia, dispuso que el grupo de revolucionarios condenados por los sucesos del Moncada, dentro del cual se encontraba Pepe Suárez, fuera trasladados al Reclusorio Nacional de la Isla de Pinos. Según las disposiciones del Tribunal deberían permanecer en locales especiales, separados de los presos comunes. En aviones DC - 3, del ejército, bajo fuerte custodia militar fueron trasladados desde la provincia de Oriente hasta la Isla de Pinos.
Fue ubicado, junto al resto de sus compañeros, en una de las salas del hospital del presidio, separados de los presos comunes por una pared de ladrillos que fue levantada para ese fin. Poco después se le permitió recibir una visita al mes y alguna correspondencia, que siempre era severamente revisada y censurada. Al crear los moncadistas una cooperativa para que los recursos que les llegaban fuesen repartidos a partes iguales, Pepe Suárez fue nombrado como responsable de las existencias de la misma.
Como el resto de sus compañeros se negó a aceptar la cena especial del 24 de diciembre de 1953 en protesta por los asesinatos cometidos por el ejército y la guardia rural durante los sucesos del Moncada.
El 12 de febrero de 1954, cuando el dictador Fulgencio Batista visitaba el Penal para inaugurar la planta eléctrica de la prisión, Jesús Montané, junto a sus 25 compañeros entonó a toda voz la Marcha del 26 de Julio. Batista prestó atención a la letra y visiblemente disgustado sólo preguntó quiénes cantaban, luego abandonó rápidamente el reclusorio. Por esta acción serían castigados severamente, Fidel Castro, Ramiro Valdés, Ernesto Tizol, Israel Tápanes y Agustín Díaz Cartaya.
Pepe Suárez fue trasladado junto a José Ponce, Julito Díaz y Fidel Labrador a La Habana con rumbo a Pinar del Río, de septiembre de 1954, como acusado de la Causa 125 de 1953 de la Audiencia de Pinar del Río, instruida en Artemisa por la detección en Pijirigua de una de las fincas que se habían utilizado para el entrenamiento militar antes del asalto al Cuartel Moncada. El 24 de ese mes, cuando sus compañeros regresaron al Presidio Pepe quedó retenido en La Habana para testificar en la Causa 938 de 1953. Por esta causa sería remitido nuevamente a La Habana desde el 19 de noviembre de 1954 hasta el 27 de enero de 1955.
Desde 1954 y con mayor fuerza a partir de 1955 comenzó un amplio movimiento nacional, que abarcó a casi todas las tendencias políticas y clases del país, en pro de una amnistía general que incluyese a los moncadistas. El 10 de marzo de 1955, en medio de los festejos oficiales por el tercer aniversario del golpe de estado, se presentaron en ambas cámaras del Congreso Cubano sendos proyectos de amnistía general. El 6 de mayo, luego de ser aprobada por ambas cámaras del Congreso Cubano, Fulgencio Batista firmó la Ley de amnistía que ponía en libertad a todos los presos políticos, incluidos los asaltantes de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes que cumplían su condena en el presidio de la Isla de Pinos. Gracias a la amnistía el 15 de mayo de 1955 salió en libertad junto a sus compañeros de presidio político.
Ya en la propia cárcel se habían dado los primeros pasos para la formación del Movimiento 26 de julio en todo el país y en julio de 1955, Pepe es electo miembro de su Dirección Nacional.
Luego de constituir el Movimiento 26 de Julio, en todos los municipios de la provincia, Pepe realiza tareas en la clandestinidad como coordinador del M-26-7 en la provincia de Pinar del Río y La Habana. Son numerosas las acciones que dirige contra el aparato y el orden impuesto por la dictadura, manteniendo en jaque a la tiranía, apoyando el desembarco del Granma el 30 de noviembre de 1956, en Pinar del Río y en La Habana, recuperando las armas que se utilizaron en el Asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1957, para su posterior envío a la Sierra Maestra.
Pepe fue apresado, en una ocasión por el tristemente célebre y connotado asesino Esteban Ventura Novo, logrando su libertad por las gestiones urgentes de un abogado. En esos momentos él era el hombre más buscado en La Habana y por su captura se ofrecía una fuerte recompensa. Ante tal situación, la Dirección del Movimiento decide enviarlo al exilio, saliendo hacia Guatemala a mediado de 1957.
En el exilio continua su labor proselitista a favor de la Revolución, recaudando fondos y preparando expediciones con hombres y armas para la lucha en las montañas.
En estas actividades se encontraba cuando ocurre el Triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959, y hasta México mandó Camilo Cienfuegos a buscarlo, en ese primer mes del triunfo.
A su regreso a la patria, Pepe, se desempeña como coordinador provincial del M-26-7 en Pinar del Río. En los días de Girón se encuentra movilizado para la localización de posibles desembarcos diversionistas o alternativos por otras zonas del país. Los muros de la Fortaleza de la Cabaña lo ven ir y venir, durante la crisis de octubre de 1962 y después se consagra a la creación de la patria nueva. Fallece el 15 de junio de 1991.
Nació el día 5 de abril de 1922, en el municipio del Cerro, provincia Ciudad de la Habana. Su extracción social humilde. Se casó por primera vez con Julia Núñez Gómez el 14 de agosto de 1944 de cuyo matrimonio nacieron sus hijas María Luisa (1945) y Yolanda (1946).
En agosto de 1958 estando en México, se vuelve a casar con Teresa Sánchez Menéndez de cuyo matrimonio nacieron Emilio Oscar (1962), María Teresa (1963) y Oscar Pedro (1964).
En 1965 contrae matrimonio con María Esther Hevia con la que tiene dos hijos, María Eugenia (1965) y Luis Emilio (1966).
Sus padres eran de origen español, nacionalizados como cubanos. Su madre, María Luis Valls Díaz, era catalana y murió a los 3 meses de su nacimiento. Su padre, Pedro Alcalde Vega, era gallego y emigró a Cuba evitando cumplir con el servicio militar en su país natal en tierras africanas de Melilla, con motivo de sus guerras contra los moros; fue siempre empleado de oficina como tenedor de libros y al triunfo de la Revolución estaba jubilado. Su tío por parte de madre, Jaime Valls Díaz, fue un reconocido artista de la época y miembro del grupo de los Minoristas.
Cuando la caída de Machado en 1933, él era aún un niño de 11 años. No obstante, la crisis económica y sociopolítica que se vivían en aquella época, hizo mella en su actitud. Su padre, con 5 hijos, se había quedado sin trabajo en la tintorería Lindsay, de propiedad norteamericana, por lo que tuvo que deshacer su hogar.
La participación de Antonio Guiteras en el primer gobierno provisional de Ramón Grau San Martín le causó una gran admiración. Su asesinato le produjo profunda pena y engendró en él un gran descontento hacia el gobierno de Batista.
Ingresó en la Escuela Profesional de Comercio de la Habana en 1937, a la edad de 15 años, graduándose de Contador en 1942, ingresando en este propio año en la Escuela de Ciencias Comerciales de la Universidad de La Habana, donde cursó hasta el cuarto año de la carrera de Contador Público. Una vez graduado en la Escuela Profesional de Comercio de la Habana se inscribe en el Colegio de Contadores Graduados, donde es elegido miembro de su Junta Directiva, Delegado a la Asamblea Nacional de los mismos y Presidente del Colegio Nacional de Contadores Graduados. Tuvo que luchar duramente para encontrar un trabajo que le permitiera vivir decorosamente.
Vida laboral
Trabajó como Contador en distintas empresas e instituciones entre otras en la Asociación de Reporters de La Habana (1941-1948) y Collado y Cía., S.A (1942-1945).
En 1944 comenzó a trabajar como Agente Publicitario en la Agencia de Publicidad “Estudio Valls”, perteneciente a su tío Jaime Valls Díaz. En 1946 ingresa como socio de la Asociación Nacional de Profesionales Publicitarios.
No militó en ningún partido político, aunque participó en muchas elecciones como integrante de la mesa en “colegios electorales”, seleccionado por la Junta Electoral. Votó por primera vez en las elecciones generales efectuadas el 1ro. de junio de 1944, cuando adquirió el derecho para hacerlo.
El corrompido período presidencial de Grau lo defraudó, al igual que al pueblo de Cuba. A partir de ahí perdió la confianza en los políticos de la época, por sus manejos inescrupulosos y sus campañas antipopulares y demagógicas.
Cuando estudiaba la Historia de Cuba había leído la participación que tuvieron las Logias Masónicas en las luchas independentistas. En la búsqueda de un camino por el cual encauzar su vida, en 1948 solicitó su ingreso en la Logia Padilla, donde obtuvo el grado de Maestro Masón y ocupó el cargo de Tesorero de la misma. En 1956 fue dado de baja.
En 1951, durante el periodo del presidente Carlos Prío, es designado como Inspector del Impuesto sobre Utilidades del Ministerio de Hacienda, cargo del cual es separado más adelante por su participación en los hechos del 26 de julio de 1953. Cuando lo nombran en ese cargo ya administraba el Laboratorio Thion S.L. (Calle J Nro.257e/ Línea y 11, Vedado) dedicado a la fabricación de productos farmacéuticos de alta calidad creados por el Dr. Filiberto Ramírez Corría.
El golpe de estado dado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952 fue para él otra gran decepción, pues no comprendía el que se hubiera producido de la forma en que ocurrió, ni que el Presidente Carlos Prío lo hubiera aceptado sin la menor resistencia. Su desconfianza hacia los dirigentes de los partidos políticos tradicionales se hizo aún más firme. Ante los hechos del 10 de marzo acudió a la cita de honor en la Universidad de la Habana, en busca de las armas que Prío ofreció, pero que nunca llegaron.
Asalto al Moncada
Su fe en el futuro de la Patria renació cuando conoció a Fidel, un día que visitó el Laboratorio Thion donde trabajaba y sostuvo una conversación con él. A partir de esa conversación con Fidel colaboró en la organización de los asaltos a los Cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, aportó dinero, participó en la compra de armas, las transportó y las guardó. Se le instruye su inscripción en el Club de Cazadores del Cerro, a fin de facilitar la práctica de tiro de escopeta de los asaltantes. Participa en las prácticas de tiro en la Universidad de la Habana y en distintas fincas de la Habana. Formó parte de la Dirección Civil del Movimiento.
Conduce su auto desde la capital hasta Santiago de Cuba con otros combatientes; transporta a combatientes desde los albergues en la Ciudad de Santiago de Cuba hasta la Granjita Siboney y participa en la toma de la Posta 3 del Cuartel Moncada.
Después del asalto regresa a la Granjita Siboney y de ahí marcha a la Cordillera de la Gran Piedra junto con Fidel y otros 18 combatientes. Es detenido una semana después cuando se encontraba durmiendo, junto con Fidel y Pepe Suárez, por tropas al mando del teniente Pedro Sarría, quien los condujo prisioneros al Vivac de Santiago de Cuba y de ahí a la cárcel de Boniato.
El 13 de octubre de 1953 es sancionado por el Tribunal de Urgencia de Oriente a 13 años de prisión, por la Causa No. 37/1953 por el delito de Contra la Estabilidad de la República. Es remitido a la prisión de Isla de Pinos donde permanece hasta el 15 de mayo de 1955, en que es amnistiado junto con los demás sancionados por ese hecho.
Presidio
Durante el tiempo que estuvo en prisión impartió clases de aritmética, gramática y oratoria a los combatientes que allí guardaban prisión. De las clases de gramática que preparaba fue confeccionando una carpeta que dedicó a sus hijas. Actuaba además como “contador” de los fondos particulares que los combatientes tenían depositados en el Penal. También fue alumno de las clases de Filosofía que impartía Fidel.
El 12 de febrero de 1954 un grupo de los jóvenes de la Generación del Centenario le cantaron la Marcha del 26 de Julio al dictador Fulgencio Batista cuando este se encontraba visitando el penal con el fin de inaugurar una Planta Eléctrica. Al tirano no le quedó más remedio que retirarse rápidamente del lugar. Al día siguiente, como parte de las medidas de represalia un grupo de estos jóvenes, entre los que se encontraba Oscar Alcalde Valls, fueron enviados para las celdas de castigo que se encontraban en el Pabellón Número dos del mismo Hospital, donde fueron vejados y maltratado durante 15 días.
El 24 de febrero de 1955, estando preso en el Reclusorio Nacional de Isla de Pinos, escribe un Manifiesto titulado “Mensaje a mis hermanos Masones desde el Presidio Político de Isla de Pinos”, el que fue sacado en forma clandestina, impreso por los compañeros miembros del Movimiento 26 de Julio y distribuido en el acto de inauguración del Edificio Masónico, al que se invitó al dictador Fulgencio Batista. En ese mensaje explicaba las razones de la acción del 26 de julio de 1953, cual había sido la conducta humana de los combatientes y denunciaba los crímenes que allí se cometieron por la soldadesca batistiana.
En el Presidio Modelo de Isla de Pinos, aprendió aún más con Fidel y de la verdadera significación de sus objetivos.
Comprendió el sentido de despojarse de todo tipo de egoísmo personal y de dedicar sus mejores esfuerzos a la noble causa de luchar junto al pueblo para alcanzar la verdadera independencia de la Patria, de hacerse verdaderos dueños del destino de su nación.
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Amnistía, persecución y exilio
Después que sale de la prisión amnistiado, estuvo algún tiempo sin trabajo, situación difícil teniendo una esposa y 2 hijas que mantener. Después de estar unos meses como vendedor de autos de uso en la Agencia Ford, de Vía Blanca y Primelles, encuentra trabajo como Contador en una firma de Contadores Públicos, lo que le facilitó permanecer fuera de la Ciudad de la Habana auditando unas plantaciones de arroz en el Municipio de San Cristóbal, Pinar del Río, evadiendo así la persecución policíaca de que era objeto.
A la salida del Penal, se incorpora de inmediato a las actividades del Movimiento y así aparece, junto a Fidel, en una entrevista que le hicieran y que aparece publicada en el periódico El País del sábado 21 de mayo de 1955.
Cae preso en distintas oportunidades en el cuartel de la guardia Rural del Cotorro. También estuvo preso en la sede del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) en Columbia, donde lo amenazaron de que la próxima vez que sonara un tiro en la capital le costaba la vida. Fue buscado con gran despliegue de fuerzas policíacas en el Edificio N, en el Vedado, lugar donde trabajaba, pudiendo escapar gracias a un aviso previo que recibió.
Fue acusado de ser uno de los autores de la muerte del Coronel Antonio Blanco Rico en el Cabaret Montmatre, quien era en ese entonces Jefe del SIM. Después de un amplio interrogatorio fue encerrado en un calabozo, siendo visitado por connotados asesinos del régimen, tales como: Salas Cañizares, Carratalá, Orlando Piedra, Ventura, Rolando Mansferrer y otros.
Estando preso en el Buró de Investigaciones, suceden los hechos de la Embajada de Haití, donde son criminalmente asesinados los revolucionarios que allí estaban asilados y cae gravemente herido Salas Cañizares. Estos hechos, la muerte y el entierro de este general, permitieron considerar como un milagro que Alcalde hubiera podido salir vivo del Buró de Investigaciones, pues contaban con una magnífica oportunidad para asesinarlo. Del Buró de Investigaciones lo sacan en un carro todo cerrado hacia el Castillo del Príncipe. Alcalde pensó que este sería su último viaje con vida, porque era inocente de lo que se le acusaba y porque estaba impotente para actuar.
Del Príncipe se le deja en libertad condicional incoándole la causa No. 485/56 ante el Tribunal de Urgencia de la Habana, al ocupársele en su casa literatura calificada como comunista. Siguiendo los consejos de su abogado defensor, no se presentó al juicio señalado para el 28 de noviembre de 1956, gestionándosele su asilo en la Embajada de México, el que no fue aceptado como resultado de lo ocurrido en la embajada de Haití. Permanece recluido en el pabellón de “locos” de la Quinta La Benéfica del Centro Gallego, por gestiones de su padre.
Logra escapar de Cuba el 2 de diciembre de 1956 hacia México, el mismo día que Fidel y los expedicionarios del Granma desembarcaron en Cuba. Llega a México con 50 dólares en el bolsillo. Después de varias gestiones logró un empleo en la RCA Víctor Mexicana S.A. de C.V, -nombre mexicano pero de capital y gerencia norteamericanaen la que llegó a ocupar el cargo de Gerente de Organización, el cual desempeñó hasta el triunfo de la Revolución. A los pocos días de su llegada a México, establece contacto con Melba Hernández y Pablo Fernández Alegre, a los que no pudo ver más porque abandonaron la ciudad casi de inmediato. Inmediatamente después que Pedro Miret y Enio Leyva salen de la prisión mexicana, Alcalde establece contacto con ellos, pero a los pocos días Pedro Miret sale para Costa Rica y de ahí para Cuba.
Al transcurrir el tiempo sin que pueda incorporarse a la lucha en Cuba, en el mes de diciembre de 1958 entra a formar parte de un grupo del Directorio Revolucionario que organizaba una expedición armada a Cuba, la cual es descubierta cayendo presos algunos de sus participantes.
Estando en México, se vuelve a casar en agosto de 1958 con Teresa Sánchez Menéndez de cuyo matrimonio nacieron Emilio Oscar (1962), María Teresa (1963) y Oscar Pedro (1964). Al triunfo de la Revolución participa en la toma de la Embajada de Cuba en México y en los primeros días de enero de 1959 viaja a Cuba, donde se queda definitivamente, abandonando el cargo que tenía en el país azteca.
Revolución en el poder
En enero de 1959 comienza a trabajar en el Ministerio de Hacienda –lugar de donde lo habían expulsado en 1953-ocupando diversos cargos y en el mes de junio el Comandante Pedro Miret, en ese entonces Ministro de Agricultura, lo nombra como Delegado Personal en la Dirección General de Administración, cargo que desempeña simultáneamente con el del Ministerio de Hacienda.
En junio de 1960 es nombrado Jefe del Departamento de Inspección del Banco de Seguros Sociales de Cuba (BANSESCU), hasta la disolución del mismo. En enero de 1961 es designado Administrador de la Empresa de Seguros “Godoy y Sayán”, haciéndole importantes reclamaciones de reaseguros a firmas extranjeras, las que fueron cobradas por la Revolución en moneda libremente convertible. En abril de 1961 comienza a trabajar en el Banco Nacional de Cuba] en la Sección de Bienes y Seguros y en junio de ese mismo año es designado Director de Circulación Monetaria, participando en el canje de billetes y dirige la quema de los desmonetizados.En junio de 1964 ingresa en las filas del PCC y en octubre de 1965 es nombrado Viceministro de Economía del Ministerio de Comunicaciones.
En 1965 contrae matrimonio con María Esther Hevia con la que tiene dos hijos, María Eugenia (1965) y Luis Emilio (1966). En octubre de 1967 es designado Embajador en Suecia,Finlandia, Dinamarca e Islandia, cargo que ocupó por un período de 10 años. Fue el Decano del Cuerpo Diplomático acreditado en Suecia durante 5 años.
Con su trabajo contribuyó a que se desarrollaran fructíferas relaciones con esos países y se iniciara un proceso de colaboración y ayuda para la educación y la salud pública y la obtención de créditos comerciales para la adquisición de equipos y otros productos, destacándose la compra de diez barcos mercantes altamente tecnificados, cientos de ordenadores mecánicos para las vaquerías, pasteurizadoras, fábricas de queso, helados y yogurt, motores marinos, equipos pesados para la construcción, etc.
En 1977 se realizó el documental “La Historia me absolverá” del director Caetano Pagano una coproducción del ICRT y Radio Suecia, de gran aceptación en varias cadenas de televisión europeas y en EE.UU. Visitaron Cuba varias personalidades de esos países entre ellas Olof Palme, el Primer Ministro del Reino de Suecia, y renombrados personalidades de la cultura cubana como Alejo Carpentier impartieron conferencias en Suecia.
Al concluir su misión como Embajador, en 1979 es designado Vicepresidente del Banco Nacional de Cuba, a cargo del área de servicios bancarios a la población y en abril de 1983 el Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular lo nombra Asesor de la Comisión de Construcción y la Vivienda de dicha Asamblea. Al crearse el Banco Popular de Ahorro en mayo de 1983, se le nombra Presidente de dicha Institución, continuando además como Vicepresidente del Banco Nacional de Cuba, cargo que ocupó hasta mayo de 1988, del cual fue liberado por errores cometidos en sus métodos de dirección y sustituido por Osvaldo A. Fuentes Torres. En ese año se jubiló.
Estando jubilado trabajó como Asesor del Presidente del Instituto Nacional de la Vivienda, tarea que desarrolló a tiempo completo y sin remuneración, hasta su deceso. En 1992 es seleccionado Vanguardia Nacional del Sindicato de la Construcción, por su destacada contribución en dicho Instituto.
Muerte
Falleció el día 5 de enero de 1993 a los 70 años de edad.
(La Habana; 17 de febrero de 1927-Ib., 11 de septiembre de 2009)1 fue un político, militar, compositor y revolucionario comunista cubano.
Fue considerado la tercera figura más relevante del poder cubano después de Fidel Castro y su hermano Raúl Castro. Integrante de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, participó en el asalto al cuartel Moncada en 1953 y en forma destacada en la lucha revolucionaria después del desembarco del Granma.
Después del triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959, Almeida ocupó numerosos puestos de responsabilidad: miembro del Buró Político del Comité Central del Partido desde su fundación en 1965, diputado para la Asamblea Nacional y Vicepresidente del Consejo de Estado, desde la primera legislatura. Asimismo, fue comandante de la Revolución y presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.
En su faceta de compositor y escritor realizó más de 300 canciones y una docena de libros.
Labor revolucionaria inicial
Participó en la lucha iniciada por el pueblo cubano a raíz del golpe de estado del 10 de marzo de 1952 donde conoció a Fidel Castro, a quien siguió posteriormente en el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 por cuya causa fue condenado a prisión con pena de 10 años; luego de varios años de encarcelamiento en el llamado Presidio Modelo de la Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud) gracias a la presión popular y a las aspiraciones políticas del gobernante golpista Fulgencio Batista de legitimar su gobierno en elecciones populares, en 1955 fue amnistiado junto a sus compañeros. Por la imposibilidad de desarrollar la lucha en Cuba, junto al resto de los compañeros moncadistas viajó a México. En este exilio político se preparó en el manejo de las armas y partió hacia Cuba en el yate Granma en el año 1956 junto a un reducido grupo de expedicionarios. Fue en el combate de Alegría de Pío en que se produjo el bautismo de fuego de los expedicionarios y es suyo el honor histórico de haber gritado "Aquí no se rinde nadie" en medio del fragor de la lucha, cuando parecía que todo estaba perdido y alguien había propuesto la rendición. Una vez reunidos los sobrevivientes dispersos y ascendidos a la Sierra Maestra bajo el mando de Fidel Castro se destacó en la lucha militar contra el ejército gobernante por lo que el 27 de febrero de 1958 fue ascendido a Comandante del Ejército Rebelde y pasó a dirigir la columna Santiago de Cuba.
Del III Frente Oriental hacia el Triunfo de la Revolución
En marzo de ese mismo año dirigió III Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, el cual inicialmente adopta el nombre de III Frente de Operaciones en la Sierra Maestra. Tras el triunfo de la revolución (1959) pasó a ocupar cargos en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Figura política en el gobierno revolucionario
El 29 de marzo de 1962, Juan Almeida participa como Vocal del Tribunal Revolucionario presidido por el comandante Augusto Martínez Sánchez que se encargó de enjuiciar en juicio sumarísimo a los participantes de la Invasión de Bahía de Cochinos el 17 de abril de 1961. Este tribunal lo integraban además los comandantes Guillermo García Frías, Sergio del Valle y Manuel Piñeiro. Fue elegido miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y de su Buró Político en octubre de 1965. Fue diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular desde la primera legislatura y Vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba.
Presidente de la Asociación de Combatientes de la República de Cuba
Tuvo también entre sus responsabilidades la de presidente de la dirección nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC). La ACRC es la organización que rige el trabajo de los veteranos de las guerras y de los militares de avanzada edad que se comprometen con los principios del Estado cubano.
Trayectoria artística
Su legado va más allá de la lucha revolucionaria pues incursionó en el arte como escritor y como compositor musical. Además compuso más de trescientas canciones de las cuales se han hecho varias producciones discográficas. Dos de sus canciones más populares son La Lupe, Mi santiago, y Dame un traguito Juan Almeida Bosque comenzó a componer sus obras musicales mucho antes de 1956. Su obra abarca varos géneros: Calipso, Bossa nova, Fantasías, Beguine, Feeling, boleros, guarachas, sones, baladas, congas, así como música instrumental y de carácter patriótico-solemne. Tuvo una marcada influencia de autores como Agustín Lara o Carlos Puebla, y cultivó, aunque en menor cuantía, la música infantil, como es el caso del tema Marinero quiero ser, llevado a un animado de la TV Cubana en la voz de Kiki Corona.
Guadalupe es el título del bolero-ranchera que en octubre de 1956, previo a la partida hacia Cuba del yate Granma desde México, compuso Juan Almeida Bosque. Este tema, conocido por muchos como La Lupe o Lupita, fue estrenado por Amelita Frades en el mismo año 1959 (año del triunfo de la Revolución cubana), y es la obra que marca el punto de partida para su lanzamiento como autor de música popular.
Dirigido por Eduardo Rivero, en 1986 se realizó un espectáculo homenaje a la obra de este significativo autor, rememorando los 30 años de vida autoral, el cual llevó por título La Lupe en Concierto. En ese mes de noviembre se realizó una gira con el espectáculo por toda Cuba. El estreno fue en Playa Las Coloradas, en Manzanillo, lugar del desembarco del Granma en 1956, y la clausura fue los días 29 y 30 de noviembre en el cine-teatro América de la Habana, coincidiendo con un aniversario del alzamiento de la ciudad de santiago de Cuba en apoyo al mencionado desembarco. La dirección de la agrupación musical estuvo a cargo del también santiaguero Osmundo Calzado, director de orquesta de música moderna. En aquel entonces Almeida tenía unas 215 obras registradas, cifra que llegó a sobrepasar las 300. Almeida fue un autor pródigo en repartir obras entre los artistas consagrados y los principiantes.
Títulos como Con Juventud y experiencia y Este camino largo fueron grabados con mucho éxito por Farah Maria. Quisiera enamorarme y la propia Lupe han estado vigentes en el repertorio de la extraordinaria Esperancita Ibis, que los ha hecho suyos en interpretación y estilo únicos. Pacho Alonso popularizó entre otros Me acostumbro a estar sin ti. Una de sus mejores intérpretes fue Beatriz Márquez.
El tema A Santiago es apertura de espectáculos de prestigio que identifican la ciudad de Santiago de Cuba, y en ceremonias dedicadas al apóstol de la independencia Cubana, José Martí, se escucha Elegía a José Martí, obra dedicada por Juan Almeida a este prócer de las luchas en Cuba. Muchas otras elegías y evocaciones musicales le dedicó Almeida a José y Antonio Maceo, Ignacio Agramonte, a su patria y a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, donde ostentaba el título honorífico de comandante de la revolución. Otros muchos títulos, como Decide tú, Tiempo ausente, Un beso de recuerdo, Hablo a tu corazón, Fue anoche, y Es soledad se encuentran en el repertorio de variados intérpretes, incluidos conjuntos recientes como Sierra Maestra y la Charanga Habanera. Uno de los más bellos tema instrumentales de su cosecha es el titulado Niña Carita de ángel dedicado a su pequeña hija.
Almeida trabajó con entusiastas directores de amplia experiencia tales como Eddy Gaitán, Tony Taño, Valdés Arnau, Ney Miguel Milanes, y el ya mencionado Osmundo Calzado. Músicos como José Mondejar hicieron de su obra instrumental a guitarra todo un ejemplo de buen gusto y cubanía.
Fallecimiento
El día 11 de septiembre de 2009 a las 23:30, hora cubana, falleció debido a un paro cardiorrespiratorio a la edad de 82 años. Sus restos mortales fueron sepultados en el mausoleo del III Frente Oriental, en Santiago, junto a otros combatientes de la Revolución Cubana.
Condecoraciones recibidas
- Título honorífico de Héroe de la República de Cuba.
- Orden Máximo Gómez de primer grado (otorgada el 27 de febrero de 1998, en ocasión del aniversario 40 de su ascenso a Comandante en la Sierra Maestra).
- Conmemorativa 50 Aniversario del 26 de Julio (2003).
- Presidio
- Exilio
- Desembarco
- La Sierra
- Por las faldas del Turquino
- Contra el agua y el viento, Premio Casa de las Américas (1985)
- La Única Ciudadana
- El General en Jefe Máximo Gómez
- ¡Atención! ¡Recuento!
- La Sierra Maestra y más allá
- Algo nuevo en el desierto
- La Aurora de los héroes
Nació el 20 de mayo de 1927 en la calle Neptuno e/ Oquendo y Pasaje Lucena, barrio de Cayo Hueso en La Habana, municipio capitalino de Centro Habana.
De familia humilde, Armando creció junto a sus hermanos Zenaida e Israel en medio de una situación de hambre y necesidades.
Practicó el Atletismo desde los 8 años. Estando en la escuela pública #15 participó en su primera competencia realizada en los terrenos de la antigua Casa de Beneficencia y resultó ganador en la carrera de 50 metros. Inicia el bachillerato en cursos nocturnos, mientras trabajaba como obrero de la construcción.
En 1939 una compañía inglesa contrata a su padre para trabajar como buzo mejorando su situación económica. Ingresó en la Juventud ortodoxa en 1949. Participó en la Marcha de las Antorchas (enero de 1953) y en el Asalto al Cuartel Moncada. Fue sancionado a prisión.
El 12 de octubre, el Ministro de Gobernación, Ramón Heredia, dispuso que el grupo de revolucionarios condenados por los sucesos del Moncada, dentro del cual se encontraba Armando Mestre, fuera trasladado al Reclusorio Nacional de la Isla de Pinos. Según las disposiciones del Tribunal deberían permanecer en locales especiales, separados de los presos comunes. En aviones DC - 3, del ejército, bajo fuerte custodia militar fueron trasladados desde la provincia de Oriente hasta la Isla de Pinos.
Fue ubicado, junto al resto de sus compañeros, en una de las salas del hospital del presidio, separados de los presos comunes por una pared de ladrillos que fue levantada para ese fin. Poco después se le permitió recibir una visita al mes y alguna correspondencia, que siempre era severamente revisada y censurada. El 17 de diciembre de 1953, Armando Mestre escribió desde prisión a un tío suyo:
"Ustedes saben que los tribunales de Justicia nos enviaban en prisión para La Cabaña, lo que no se cumplió, llevándonos para la Isla de Pinos por disposición del Ministro de Gobernación. Tío, usted sabrá que no es lo mismo estar en el destierro que estar en La Cabaña cerca de mi casa donde mi madre se encuentra enferma; pero usted sabe que los que mantenemos nuestros ideales no nos quejamos; así tengamos que estar en el fondo del mar."
Como el resto de sus compañeros se negó a aceptar la cena especial del 24 de diciembre de 1953 en protesta por los asesinatos cometidos por el ejército y la guardia rural durante los sucesos del Moncada.
El 12 de febrero de 1954, cuando el dictador Fulgencio Batista visitaba el Penal para inaugurar la planta eléctrica de la prisión, Armando Mestre, junto a sus 25 compañeros entonó a toda voz la Marcha del 26 de Julio. Batista prestó atención a la letra y visiblemente disgustado sólo preguntó quiénes cantaban, luego abandonó rápidamente el reclusorio. Por esta acción serían castigados severamente, Fidel Castro, Ramiro Valdés, Ernesto Tizol, Israel Tápanes y Agustín Díaz Cartaya.
Desde 1954 y con mayor fuerza a partir de 1955 comenzó un amplio movimiento nacional, que abarcó a casi todas las tendencias políticas y clases del país, en pro de una amnistía general que incluyese a los moncadistas. El 10 de marzo de 1955, en medio de los festejos oficiales por el tercer aniversario del golpe de estado, se presentaron en ambas cámaras del Congreso Cubano sendos proyectos de amnistía general. El 6 de mayo, luego de ser aprobada por ambas cámaras del Congreso Cubano, Fulgencio Batista firmó la Ley de amnistía que ponía en libertad a todos los presos políticos, incluidos los asaltantes de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes que cumplían su condena en el presidio de la Isla de Pinos.
Fundador del Movimiento 26 de Julio, organizó células de esta organización por todo Arroyo Naranjo. Al llamado de Fidel Castro, marcha para México en septiembre de 1956, regresando en la expedición del yate Gramma.
El 5 de diciembre de 1956, él y sus compañeros fueron sorprendidos en Alegría de Pío por las tropas del Ejército que los perseguían. Tras el combate hubo dispersión de los combatientes. Se conoció que en horas de la noche del día 8 de diciembre Mestre, Arcos y Martínez, tras el combate de Alegría de Pío, salen en una camioneta por el camino de Macagual, iban con las manos atadas. En la madrugada del día 9 de diciembre sus cadáveres fueron tirados a la puerta del cementerio de Niquero, cayendo así el héroe en tierra oriental.
En diciembre de 1974 se erige una tarja en su memoria, que se encuentra en Calle San Vicente (Parque de la Jarcia), Pueblo Nuevo, en el Oriente de Cuba.
Se erigió un busto del combatiente en el parque que lleva su nombre en el Reparto Poey, municipio de Arroyo Naranjo, en ocasión de cumplirse el aniversario 77 de su nacimiento con la presencia de los Comandantes de la Revolución Juan Almeida Bosque y Ramiro Valdés Menéndez. Este acto culminó en su vivienda, donde quedó inaugurada una casa museo en homenaje al mártir revolucionario.
Nace en La Habana, el 31 de diciembre de 1928.
Dependiente de comercio. Escolaridad: Primaria incompleta. Casado.
Militaba en el Partido Ortodoxo. Integra la Columna de Fidel que sube a las estribaciones de la Gran Piedra para continuar la lucha.
Hecho prisionero, juzgado y sancionado por la causa 37/53. Expedicionario del Granma.
Muere en La Habana, el 26 de mayo de 1994.
Nace en la Habana el 25 de octubre de 1927. Siendo muy joven, participa el 26 de julio de 1953, en el asalto al Cuartel Moncada, segunda fortaleza militar de importancia en la época. Chanes fue condenado junto a sus compañeros y trasladado a la prisión en Isla de Pinos. Más tarde con el indulto de Batista en 1955, parte a la ciudad de Miami.
Al poco tiempo fue reclamado por Fidel para viajar a México donde organiza y participa en la expedición del yate Granma, que desembarca en Cuba el 2 de diciembre de 1956 junto a 81 compañeros más, entre los que se encontraban: Fidel Castro, Ernesto Guevara, Raúl Castro, etc.
En una entrevista concedida al Nuevo Herald en el 2003 en Miami, recordó:
"Un querido amigo nuestro, el fotógrafo Fernando Chenard Piña, conocía a un señor que se llamaba Fidel Castro Ruz y comenzamos a reunirnos en una casa de Prado 109, en La Habana. Los que nos decidimos a combatir a Batista lo hicimos porque violó la constitución de 1940, y por el derecho de todos los ciudadanos a que nos respeten las leyes."
Tras el fracaso de la invasión logra escapar a La Habana donde participa activamente en la lucha clandestina, dirigiendo varios grupos de acción y sabotaje.
El triunfo de la revolución el 1° de enero de 1959 lo sorprende en la cárcel. Liberado, se pone a colaborar con sus camaradas de lucha en la reconstrucción democrática del país y colabora con el alto mando de la revolución. En el año 1960 fue condenado a 30 años de privación de libertad por conspirar en contra del gobierno revolucionario y muere el 24 de febrero del 2007 en Miami.